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| Foto: Lalo R. Villar |
No es difícil buscar héroes en tardes de gloria. Se puede hablar de muchos. De Aspas y su brutal registro goleador. Como para recordarle a Herrera, en este punto, que Iago no es delantero... De su comunión con Orellana, otro artista del balón, al que el Celta debería retener si está en su mano. De Álex sumando de nuevo la diana a su infatigable despliegue. Y así, con una extensa lista, terminar destacando una labor incomensurable de bloque en la que reside el secreto de este equipo. Pero por aquello de subrayar lo vital cuando resulta menos evidente, a uno le apetece hoy, con cuatro en la buchaca, pararse en dos tipos que apenas se llevan portadas. Una pareja que ha tenido un rendimiento estratosférico, clave para equilibrar una manta en la que los pies siempre se llevan el aplauso que no tiene la cabeza.
Túñez ha crecido esta temporada más que en toda su carrera. Su solvencia ha sido una garantía y su progresión espectacular. Oier llegó con el cartel de lateral suplente. Y la temporada que ha hecho es para quedarse de pie. Se sobrepuso a dos goles en propia puerta para dejar un amplio catálogo de actuaciones brillantes. Una pareja que se cruzó por casualidad. Ninguno contaba de inicio para Herrera. Y hoy son indiscutibles. Túñez ha hecho mejor a Oier. Oier ha hecho mejor a Túñez. Y los dos, sin lugar a duda, le han hecho demasiados favores a este Celta.
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