Riki, de goleador a zombi


Ricardo Grobas
Todos son jugadores del Deportivo. Visten la misma camiseta. Celebraron la victoria en el derbi con fervor. Pero Balaídos no los considera iguales. Aprecia en ellos enormes diferencias humanas. Las que permiten que Valerón salga aplaudido y que a Riki le dediquen cánticos groseros sobre su capacitación intelectual. La frontera entre hinchadas, en apariencia rígida, tiene sus meandros y grietas. Borja la cruzó ayer definitivamente hacia el norte.

Riki ejerce de verdugo. Como en la primera vuelta, marca a poco del pitido inicial. Y como si su cuerpo considerase cumplida la tarea, se lesiona después en una carrera con Túñez. Esa frágil musculatura, que ha lastrado su carrera.

Ya el celtismo celebra su lesión. Pero es su comportamiento lo que incendia el ambiente. Riki, que estaba tirado más allá de la línea de fondo, da unos pasos dentro de la cancha y vuelve a derrumbarse. Es un zombie recién salido de "The walking dead". Miranda Torres capta el engaño. Le conmina a levantarse. Ordena seguir el juego. El delantero se hará el muerto a ratos o agitará el brazo hasta que Lassad lo reemplace. Las cámaras captan su sonrisa cuando se sienta. A su espalda deja un partido caldeado.

Hasta Valerón se había acercado a pedirle que se retirase por su propio pie. El canario es tan elegante con el balón como sin él. Persigue a Oier para pedirle disculpas. Celebra el segundo gol alejándose de la marabunta para abrazarse a Colotto y Aranzubía. Sólo él hace prisioneros en la batalla, es el único que tira el balón fuera para que atiendan a un contrario. No lo hará el Celta ni el Deportivo cuando los locales comiencen a desvanecerse de puro calambre. David atiende a Lago; De Lucas, a Orellana.

Oltra cambia a Valerón. Los silbidos se transforman en aplausos conforme se acerca al banquillo. Gesto de Catedral, de hinchada grande. Quizás también se agradezca que Oltra desmonte al Deportivo. Valerón, aunque el trote, se había metido el balón en el bolsillo. El Celta remonta. Pero el técnico deportivista tiene la fortuna de cara. El que entra, Borja Fernández, marca en el descuento. El mismo Borja que se declaró celtista hace años, cuando el club vigués negociaba su fichaje. El Borja al que algunos Blues increparon el día de su presentación en A Coruña. El Borja que renegó, va en el oficio, y que ayer completó su metamorfosis. Carambolas del fútbol.

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