Foto: Marta G. Brea |
La vida de Toni Rodríguez cambió cuando tenía 12 años. Fue entonces cuando abandonó su entorno familiar en A Coruña para fichar por el Barcelona. Pasó cuatro años en La Masía. Rodeado de tantos otros niños con los que compartía sueños y sacrificios. Alejado de los suyos con el fin de convertirse, algún día, en futbolista profesional. Fue el paso previo a su llegada a Vigo, donde finalmente su sueño tornó en realidad. Este sábado, se enfrentará a un Barcelona B en el que militan algunos de sus compañeros en la cantera blaugrana.
Todo comenzó en el torneo de fútbol siete que cada año organizaba Canal+ en Brunete. El Deportivo, que por aquel entonces no tenía categorías inferiores, competía con una selección de jugadores de diferentes clubes coruñeses. Con 11 años recién cumplidos, uno menos que la mayoría de sus compañeros, Toni llamó la atención del Barça en el citado torneo. "Hablaron con mi padre un par de meses después. Viajé a Barcelona, me enseñaron todas las instalaciones, me presentaron a todo el mundo y me explicaron cómo iba a vivir si decidía aceptar su propuesta", relata el ahora futbolista del Celta.
No fue una decisión fácil, pero la convicción del hijo acabó por convencer a los progenitores. Un año después de brillar en Brunete, cuando le tocaba pasar de categoría alevín a infantil, Toni se marchó a Barcelona. "Tenía 12 años y con esa edad un niño tiene que estar en casa con su familia. Para mis padres fue duro, pero yo tenía claro que quería ser futbolista y ellos no querían reprocharse el no haberme dejado coger ese tren si algún día las cosas no salían como esperaba. Fueron cuatro años en los que hicieron muchos viajes, muchos kilómetros. Se lo debo todo por haberme permitido aprovechar esa oportunidad, por haberme apoyado en todo momento", explica.
Entre los 12 y los 16 años, Toni vivió la rutina de todos esos niños que crecen en La Masía: "Por las mañanas, cogíamos un autobús para ir al colegio y a la salida nos llevaban de vuelta a la Masía para comer. Por la tarde, teníamos tutorías para hacer los deberes e ir avanzando y a las seis nos íbamos al campo. A las nueve volvíamos a la Masía para cenar y estar un poco con los compañeros hasta la hora de dormir. Además, había muchos torneos internacionales y durante el curso viajabas cada mes o dos meses fuera de España".
Sus compañeros se convirtieron en su segunda familia. Con ellos compartía clases, entrenamientos, horas de estudio, partidos, viajes y largas noches en La Masía. "Se crean vínculos muy fuertes, sobre todo cuando eres tan joven porque todos extrañábamos mucho a la familia. Fue una experiencia tremenda en lo futbolístico y sobre todo en lo personal. Cuando con 12 años te plantas en una ciudad como Barcelona, cambias tu forma de ver las cosas, te hace crecer más rápido", afirma el céltico.
Toni compartió fútbol y vivencias con muchos de los miembros de la actual plantilla del Barcelona B: Jonathan dos Santos, Oier, Miño, Planas, Montoya, Tello, Bartra..., con jugadores tan conocidos como Bojan Krkic o el vigués Iago Falque y con muchos otros que se quedaron por el camino. "Éste es un deporte muy exigente y hay muchos más compañeros que no son profesionales de los que sí. Me preguntan por Bojan, Iago, Dos Santos. Pero hay 50, 60 o 70 chavales con los que jugué que no tuvieron la misma suerte", destaca.
Toni, en cambio, sí salió adelante. Aunque para ello tuvo que abandonar Can Barça. Sucedió cuando debía dar el salto a la categoría juvenil. Abocado a jugar en Liga Nacional, apostó por cambiar de equipo para disputar la División de Honor aun siendo juvenil de primer año. "Cuando vi que aquello no me convencía, me busqué la vida. Pensaba volver a salir de Galicia, pero apareció la oportunidad del Celta y no me lo pensé. Me apetecía estar cerca de mi familia y tanto Maté como Alejandro Martínez confiaron mucho en mí. No me arrepiento. De hecho, un montón de compañeros en el Barcelona que jugaban muy bien vieron cómo se cortaba su trayectoria al pasar al Nacional sin tener ellos mucha culpa. Creo que tomé la decisión adecuada", apunta Toni, que guarda magníficos recuerdos de su paso por La Masía: "Fue una experiencia única". El sábado, revivirá su pasado blaugrana mientras disfruta de un presente celeste y sueña con un futuro en Primera, como tantas noches en La Masía.
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