No es algo que suceda habitualmente en este tipo de partidos, pero el pasado domingo, durante el derbi, la afición del Celta demostró que la caballerosidad y la deportividad no está reñida con la rivalidad. Después de que algunos energúmenos ensuciasen el nombre del celtismo con los actos vandálicos cometidos en la previa, la imagen de la afición céltica quedó restaurada en el momento en el que José Luis Oltra decidió retirar del terreno de juego a Juan Carlos Valerón.
El Canario es un emblema para el deportivismo, un futbolista que cumple su duodécima temporada en las filas del conjunto herculino y que, por tanto, ha disputado numerosos derbis ante el Celta, máximo rival histórico de los blanquiazules. Su trayectoria deportiva y humana ha sido impecable. En lo deportivo nos ha amargado la fiesta en más de una ocasión, pero de su boca nunca ha salido ni una sola palabra de desprecio hacia el Celta y el celtismo, y su comportamiento dentro del terreno de juego es impecable. Por otro lado su juego no deja indiferente a nadie y es bueno reconocer a un futbolista, especialmente cuando su carrera está más cerca del final que del principio.
Así lo entendió una buena parte del celtismo, no todos obviamente, que aplaudieron a Valerón en el momento de ser sustituído. Los aplausos mientras el canario se retiraba contrastan claramente con los silbidos que recibe Borja a su entrada al terreno de juego. Todavía hay clases.
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