El Celta encara el tramo decisivo de la temporada, ese en el que la pasada temporada comenzaron a flaquear sus fuerzas. Paco Herrera es consciente de que el año pasado no supo dirigir la nave a puerto, cuando el equipo empezó a perder puntos de manera miserable en el último tercio del campeonato. Este año, parece ser distinto, o al menos así lo ve el preprador catalán: "No los veo relajados ni estresados, como el año pasado, que a veces nos acelerábamos. Los veo tranquilos y confiados, y me llevaré una sorpresa si mañana me encontrase a un equipo nervioso o temeroso de algo", asegura Herrera.
Y es que mañana se presenta un partido de esos con enjundia, con sabor a otra categoría, como lo pudo ser el del pasado domingo en Elche. No será fácil derrotar al Almería, pero el equipo contará con el apoyo del público y eso tiene que servir como acicate y no como lastre en las piernas de los jugadores. Este equipo tiene pendiente su reválida particular, la de demostrar que puede ser bueno durante 42 jornadas y no solo durante dos tercios del campeonato. Si logra esto, parte del trabajo estará hecho, y ahí es donde entra la mano de Herrera. De su capacidad como psicólogo dependerá en gran medida que, esta vez sí, el barco llegue a puerto.
El técnico celeste cuenta a su favor con la experiencia de la plantilla, que salió muy tocada de Los Cármenes. Lo que no te mata, te hace más fuerte, y da la sensación de que a este equipo, aquel partido no lo mató. La plantilla del Celta combina la bisoñez de los canteranos con la experiencia de los refuerzos externos, encabezados por Bermejo o De Lucas. Los que vivieron la pasada temporada, habrán aprendido que se asciende en la jornada 42 y no en la 25. Una valiosa lección que a buen seguro ponen en práctica.
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