![]() |
Foto: LOF / Faro de Vigo |
No me gustaría ser apocalíptico, pero lo cierto es que el
Celta se juega mucho en este 2012 que acaba de comenzar. Las palabras de De
Lucas el pasado martes invitan a una reflexión que, en principio, podía
resultar obvia, pero que quizás muchos no quisiésemos terminar de creer.
El catalán habló
sobre su futuro, y si bien comentó que su objetivo es la Segunda División,
parece difícil que esa categoría vuelva a verlo jugar vestido de celeste. Lo
más lógico es que De Lucas siga si los vigueses consiguen el ascenso, y que se
marche si se mantienen en la división de plata. Como ya dijo, quedarse con el
equipo en Segunda sería cortar la progresión de jóvenes valores, mientras que el
jugar un año más en Primera constituiría un colofón magnífico para su ya
dilatada carrera.
Es decir, que si
los de Paco Herrera no consiguen el objetivo, Quique De Lucas tiene todas las
papeletas para hacer las maletas. Y junto con él una gran nómina de futbolistas
que conforman la base de este grupo. El primero de ellos Álex López, quizás el
valor más cotizado del vestuario celeste y cuyos días en Vigo parecen estar
contados: ni con el equipo en Primera está garantizado que continúe. Una situación
parecida viven los dos laterales titulares: tanto Hugo Mallo como Roberto Lago
ya fueron tanteados por conjuntos de la máxima categoría durante el verano
pasado y no es de extrañar que, de tener que jugar otro año en Segunda con el
Celta, decidan marcharse a continuar con su fútbol por otros lares. Lo mismo que Iago Aspas, aunque su situación es diferente. Es el único futbolista de la
actual plantilla que no está en venta a precio de mercado. Sin embargo, de
llegar una suculenta oferta, nada descabellado viendo el buen cartel que posee
el moañés, también podría despedirse de Balaídos.
Si a esto le
sumamos la baja segura de Orellana y la más que probable de Oier al terminar sus
respectivos periodos de cesión, el final del contrato de Joan Tomás y Catalá, o
la posibilidad de que el sorprendente buen rendimiento de Borja Oubiña vuelva a
despertar interés fuera de Vigo, nos encontraríamos ante una desintegración
considerable del bloque actual que empujaría al Celta a regresar al origen
desde donde despegó el año pasado.
Un volver a empezar
que obligaría a la construcción de un nuevo proyecto, con nuevos jugadores y
quizás con un nuevo entrenador. Un proyecto que podría salir bien y conseguir
el objetivo que no lograron sus predecesores, o que podría retrotraernos a las
infames primeras tres temporadas de esta etapa en Segunda División donde la
única meta era la permanencia. Un ascenso lo arreglaría todo: mantendría a gran
parte de estos futbolistas, permitiría incorporar nuevas fichas que resultarían
inalcanzables en la categoría de plata, sanearía la economía del club y
volvería a enganchar a una afición a la que cinco años en el infierno se le
están haciendo muy largos. En cambio, todo lo que no sea subir probablemente
nos devuelva al punto de partida. Esperemos que no sea así.
0 comments:
Publicar un comentario