Las aguas volvieron a su cauce


El Celta vuelve a ganar tras tres derrotas consecutivas
Foto: Ricardo Grobas
No hay ser tan volátil como el celtista, lleno de dudas y temores en su entrada al estadio, y repleto de euforia y satisfacción a la salida del mismo. Noventa minutos separan dos estados de ánimo antagónicos y que se han convertido en el sino de una hinchada capaz de pasar de la alegría a la tristeza en un abrir y cerrar de ojos. El partido del Sabadell era una moneda al aire, una oportunidad para volver a creer o para caer en depresión, un día de ola o de silbidos. Por suerte salió cara, la esperanza regresó y la ola inundó las gradas.

El Celta firmó, probablemente, el mejor partido de lo que llevamos de temporada. Cierto es que el rival prácticamente no opuso resistencia, dejando maniobrar a los celestes en las proximidades de su área. Ahí el torrente ofensivo de los vigueses resultó desequilibrante, aunque notablemente desacertado de cara al gol. Puede parecer de locos hablar de mala puntería cuando los de Paco Herrera son el equipo más realizador lo categoría. No obstante, y desde las últimas semanas, los célticos están mostrando unos niveles de efectividad preocupantes. Ayer el resultado fue 4-1, pero lo más lógico hubiese sido que Balaídos presenciase una goleada histórica, con cerca de diez tantos a favor de los locales. Y sin exagerar.

Los celestes fueron superiores en todo momento. Comandados por un siempre genial Álex López,  asediaron el marco catalán durante la totalidad del choque. Con un imperial Oier en defensa y un incombustible Bustos en el centro del campo, el Celta monopolizó el esférico y no pasó casi apuros. De Lucas, Orellana y unos fantásticos Bermejo y Aspas se encargaron de volver loca a una defensa arlequinada que no sabía cómo contener semejante potencial ofensivo. Por momentos, los de Paco Herrera llegaban a situar hasta ocho hombres al borde del área rival, contando con las incorporaciones de Roberto Lago y de un Hugo Mallo que recuperó su mejor versión.

Finalmente, y pese a errar lo indecible, los goles terminaron cayendo y el Celta certificó una victoria cómoda. Un triunfo holgado que permite extraer muchos aspectos positivos, como que los celestes parecen una máquina difícil de parar si funcionan con todas las piezas en su sitio. Además, el cuarteto atacante, quizás el mejor de los que dispone el equipo a día de hoy, completó un auténtico recital, especialmente el bigoleador Mario Bermejo y un Iago Aspas que, pese a que no marcó, fue un completo quebradero de cabeza para la retaguardia adversaria.

En el lado negativo, el balón parado que, incomprensiblemente, continúa engordando la cuenta de goles encajados de los vigueses. Por otro lado, Álex López, el motor de este equipo, vio la quinta amarilla y no podrá estar en el importante partido de Alcorcón. Además, tampoco se entendió la ausencia de un David Rodríguez al que Herrera, al no concederle ni un solo minuto en un partido perfecto para elevar su confianza, puede haber terminado de sentenciar anímicamente.

Desavenencias todas ellas que pasan a un segundo plano cuando el resultado es positivo. Tras casi un mes, el triunfo ha regresado a Casa Celta. La crisis parece zanjada y todas las dudas se han convertido en confianza. Las aguas vuelven a su cauce, al menos durante esta semana. Esperemos que dure.

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