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Foto: Eugenio Álvarez |
Las estadísticas dicen que, a pesar de la tres derrotas consecutivas, el Celta sigue siendo uno de los grandes aspirantes al ascenso. Solo dos puntos nos separan del play-off, y cuatro del ascenso directo. Además somos el equipo más goleador, con 25 tantos en apenas 15 jornadas, los mismos que nuestros vecinos del norte.
Vamos, que si nos fiamos de las estadísticas, no estamos tan mal. Pero, al fin y al cabo, la estadística solo es una forma de mentir usando la verdad.
En fútbol, no siempre dos más dos son cuatro. Por eso, a día de hoy, los dos puntos que nos separan de la lucha por el ascenso son mucho más que dos puntos. Y es que con las tres últimas derrotas se nos han escapado mucho más que nueve puntos.
Los problemas para hacer goles en los tres últimos partidos han generado unas dudas en la capacidad realizadora de nuestros delanteros que hasta hace unas semanas nadie se planteaba; Herrera ha demostrado que todavía no acaba de confiar en el sistema con el que había conseguido que su equipo, por fin, supiese a lo que jugar, y dos derrotas consecutivas y la baja de uno de los hombres que se estaban mostrando como básicos en dicho sistema, Borja Oubiña, le han hecho considerar la opción de volver al trivote; algunos de los jugadores que el año pasado se habían mostrado básicos en la gran temporada realizada (Hugo Mallo, Roberto Lago, Bustos o David Rodríguez) no acaban de encontrar su nivel; no hemos conseguido corregir nuestros problemas defensivos y seguimos sufriendo muchísimo a balón parado; y por último, lo más importante, el celtismo respira una atmosfera de dudas sobre la aptitud del equipo y el entrenador para devolvernos a Primera División.
Ya es demasiado tarde para plantearse si el entrenador y la plantilla son los correctos. A estas alturas no podemos cambiar a los jugadores, y tampoco al entrenador, ya que es el que mejor conoce a la plantilla y un nuevo entrenador necesitaría un período de adaptación al equipo que podría enterrar de forma casi definitiva nuestras opciones de ascenso.
Con todo esto, la victoria ante el Sabadell se vuelve imprescindible. Una cuarta derrota consecutiva, además de incrementar las dudas, nos podría hacer distanciarnos a más de la distancia moral de los tres puntos con las eliminatorias por el ascenso.
Así que, cuando noviembre prácticamente no ha acabado, estamos jugando una especie de final para mantenernos con opciones de play-off contra un recién ascendido, ¿quién nos lo iba a decir hace tres semanas? Pero al fin y al cabo, somos el Celta, y esto no es tan raro para nosotros.
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