Hasta el rabo todo es toro


Foto: LOF / Faro de Vigo 
Es tópico habitual entre la gente de fútbol ese que asegura que “los partidos duran 90 minutos”, o aquel que recuerda que “hasta que el árbitro pite el final…”, o el famoso “hasta el rabo todo es toro”. Pues bien, en este inicio de temporada, el Celta parece empeñado en cargar de sentido y veracidad tales afirmaciones, puesto que son ya varios los puntos que los celestes han logrado arañar en los instantes finales de partido. Minutos estos en los que un gol siempre ofrece un sabor mucho más dulzón que de producirse en los inicios del choque, aunque su valor, realmente, sea el mismo.

El equipo vigués comenzó esta bonita costumbre allá por los albores del mes de septiembre, en su enfrentamiento ante el Recreativo de Huelva en el Nuevo Colombino. Los goles de Álex López y Álex Quillo estaban provocando la igualada en el marcador hasta que, a escasos cuatro minutos del final, emergería la figura de Iago Aspas para desviar sutilmente un centro desde la izquierda de De Lucas. El Celta se pondría por delante y terminaría ganando un partido que Juan Villar no supo empatar al errar un lanzamiento desde el punto de penalti en el tiempo de prolongación.

Jornadas más tarde, un Celta que acumulaba dos derrotas consecutivas ante Elche y Almería, recibía en casa al Valladolid. Los pucelanos se habían adelantado a falta de veinte minutos gracias a una preciosa acción de Javi Guerra. El duelo olía ya a nueva decepción para la parroquia de Balaídos cuando, en el descuento, Orellana se sacó de la chistera un magistral lanzamiento de falta. La pelota se coló en la escuadra y los vigueses sumaron un punto que cortocircuitó un conato de crisis.

Sólo tres encuentros después, en esta ocasión en tierras jerezanas, los célticos volvieron a fiarlo todo a los compases finales del choque, donde igualaron una desventaja de dos goles. Un muy mal encuentro de los de Paco Herrera había propiciado el 3-1 en el electrónico. La entrada de Iago Aspas imprimió carácter a un equipo que, con más corazón que cabeza, se lanzó en busca de la remontada. Primero el de Moaña y después Catalá empataron un partido que parecía perdido, dejando la sensación de que, de haber durado un poco más el duelo, los visitantes habrían salido victoriosos.

El último capítulo de esta saga se vivió el pasado domingo en la Ciudad Deportiva del Villarreal. A falta de diez minutos para la conclusión, el 2-1 imperaba en el marcador. El Celta, volcado durante toda la segunda mitad sobre el marco de Diego Mariño, no encontraba la manera de superar al cancerbero vigués. Pero la clase de Orellana y el olfato de Iago Aspas lograron darle la vuelta al choque con dos acciones magistrales en los minutos 81 y 93.

Los pupilos de Paco Herrera son, a día de hoy, cuartos con 20 puntos en su casillero. Sin este buen hacer en las postrimerías de los encuentros únicamente contabilizarían 13 puntos y su posición en la tabla sería la decimocuarta. Mucho ha tenido que ver en ello el carácter inconformista y ambicioso de gente como Iago Aspas. Sin embargo, sería recomendable, con el fin de evitar problemas cardíacos en el aficionado celeste, que los vigueses se esmerasen en solucionar los encuentros mucho antes. Aunque también es verdad que si el ascenso tiene que fraguarse en victorias épicas como la del domingo, seguro que nadie pondrá ningún problema al respecto.

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