Aquella canción de Patricia Manterola que hizo mover el esqueleto a más de media España durante el verano de 2002 sirve ahora para ilustrar los deseos de miles de celtistas, ansiosos por confirmar ante el Girona que lo visto el sábado pasado ante el Huesca no fue un sueño y que, de una vez por todas, este Celta ha encontrado el rumbo con el que pelear por alcanzar la Primera División.
En el ADN celtista existe el cromosoma de la bipolaridad. Lo que hace escasos diez días era una profunda depresión se ha transformado en el mayor de los optimismos. Si hace poco más de una semana nos conformábamos con entrar en play-off, ahora el ascenso directo vuelve a ser el objetivo.
En mi opinión, ni tanto ni tan calvo. Hay que tener los pies en la tierra. El equipo parece haber resuelto uno de sus defectos principales, la creación de juego, ya que en los últimos encuentros ha mejorado sobremanera tras la adopción de un nuevo esquema de juego más ofensivo y que se ajusta más a las características de los futbolistas del plantel, el 4-2-3-1. Sin embargo, la fragilidad defensiva sigue estando ahí, y aunque de nuevo se consiguió mantener la puerta a cero, también es cierto que el Huesca no es un rival de la envergadura suficiente como para poder valorar correctamente el nivel de la parcela defensiva. Se antoja vital mejorar en este aspecto, pues de conseguirlo pocos puntos se le van a escapar a un Celta que es el máximo realizador de la categoría con 17 tantos, habiendo anotado al menos un gol en ocho de los nueve encuentros disputados.
Esta noche, los vigueses recibirán al Girona en Balaídos, en lo que será un nuevo examen ante un afición que disfrutó como un niño con zapatos nuevos el sábado pasado, y frente a otro rival maldito al que sólo en una ocasión hemos conseguido doblegar en casa y que la temporada pasada venció en el feudo celeste por 0-4.
Para romper la mala racha y volver a triunfar en Balaídos, Herrera, esclavo de sus palabras, rotará a sus futbolistas con el fin de darles descanso. No se imaginaba el técnico catalán que el equipo iba a dar un resultado tan bueno ante el Huesca cuando el día anterior en rueda de prensa afirmó que iba a presentar dos equipos muy distintos en el doble compromiso de esta semana en el estadio del Val do Fragoso. Todo apunta a que el preparador celeste realizará una auténtica revolución en el once respecto a la alineación que goleo al Huesca, lo que induce inevitablemente al debate. ¿Es momento de introducir cambios ahora que parece que hemos encontrado la fórmula mágica? Si por la carga de partidos de esta semana se antoja vital rotar, ¿debe Herrera cambiar casi a todo el equipo o sólo unas cuantas piezas? Bajo mi punto de vista, la acumulación de encuentros hace necesaria las rotaciones, pero me parece una temeridad modificar prácticamente a la totalidad del equipo, como si de un partido de Copa se tratase, cuando por fin parece que éste empieza a funcionar y teniendo en cuenta que el próximo compromiso no se disputará hasta el domingo a las 18:00 en Vila-Real.
No obstante, Herrera tiene la última palabra y parece confiado en la profundidad de la plantilla. En portería repetirá Yoel; la defensa será la formada por Hugo Mallo y Bellvís en los laterales con Vila y Túñez en el centro; en el doble pivote actuarán Bustos y Natxo Insa; Toni por la derecha, David por la izquierda y Orellana en la mediapunta; y como hombre más adelantado, aunque permutándose con David Rodríguez, Mario Bermejo. Tampoco se puede descartar la presencia de Iago Aspas o incluso de Joan Tomás en detrimento del delantero cántabro, recientemente salido de una lesión. Por otra parte, es posible que Herrera nos sorprenda con una pareja de centrales compuesta por dos zurdos, Túñez y Catalá, aunque parece un poco difícil ante la acumulación de minutos del central barcelonés.
Al otro lado del ring espera un magullado púgil como el Girona, el cual viene de sufrir una preocupante derrota en casa ante el hasta entonces colista Cartagena. Los de Raúl Agné están teniendo problemas en este inicio de campaña, puesto que sólo han cosechado una victoria en nueve encuentros (ante Las Palmas por 4-2) y llegan a Balaídos inmersos en los puestos de descenso. No obstante, se trata de un equipo peligroso, un conjunto aguerrido y que va a venir a Vigo a proteger su portería, pero a buscar la meta rival con más ahínco de lo que lo hizo el Huesca el pasado fin de semana. Al contrario que Herrera, quizá agobiado por la necesidad de buenos resultados, Agné apostará por mantener a su bloque tipo, con lo que formará con Santamaría en portería; línea de cuatro con Jose y David García en los laterales y el vigués Richy y Tortolero en el centro; mediocampo para Juanlu, Tébar, Dorca y Moha; y en punta de ataque, Corominas y Saizar. Llegan los catalanes con bajas a tierras gallegas, principalmente en la parcela ofensiva, donde no podrán contar con Benja ni Ión Vélez, además de Javi Acuña.
En fin, partido importante por muchos motivos. Primero para comprobar el fondo de armario de un Celta al que se le va a exigir un nivel similar al mostrado ante el conjunto oscense. Segundo para dormir en puestos de play-off a la espera de otros resultados y terminar así de engancharse a la parte alta de la tabla. Y, por último, para que Balaídos vuelva a ver ganar a su equipo, siga disfrutando como lo hizo el sábado pasado, y abandone esa crónica bipolaridad en favor de la creencia constatada en que, por qué no, este año sí. Lo dicho, “que el ritmo no pare”.
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