La ola se deprecia en Balaídos


Los Irmandiños a punto de sumergirse en la ola 

Estamos tan acostumbrados a los reveses en Balaídos, que la mínima alegría la celebramos con alborozo. El pasado miércoles asistimos a la mejor victoria de los nuestros en mucho tiempo, precisamente desde esa victoria ante el Numancia en el mes de febrero, cuando ganamos 4-0. Aquel día se hizo la ola, y el miércoles, como no, también apareció, incluso cuando el tanteador señalaba un 3-0.

Poco importó que fuese un partido de Copa del Rey, o que el Valladolid se presentaba en Vigo sin su equipo titular. Tampoco el Celta lo tenía, y no estamos muy acostumbrados a ver este tipo de goleadas,  por no hablar del juego y la superioridad mostrada por el Celta. Balaídos entendió que había algo que celebrar y no fuimos a Plaza América porque el partido terminó a las dos de la tarde y había que ir a comer.

No negaré lo positivo de este tipo de actos, el carácter lúdico del fútbol se refleja en este tipo de reacciones, pero no es menos cierto que hemos bajado en exceso el listón de las olas. No hace mucho tiempo, la ola en Balaídos estaba para otro tipo de ocasiones. Un ascenso, una goleada a uno de los grandes, una remontada en un partido decisivo, una clasificación para la Champions o para la UEFA, no en una tercera eliminatoria de la Copa del Rey, por mucha goleada que se produjese.

Son los nuevos tiempos. Hace unos años solo queríamos caviar y eramos terriblemente inconformistas. Ya podíamos jugar como los angeles, que si no había goleada nos ibamos enfadados a casa,  o ya podía haber goleada, que sin un juego excelso nos ibamos defraudados. Apostamos por la excelencia, y casi nada nos valía. Se le silbaba al equipo de Vázquez porque no daba espectáculo y al de Stoichkov porque no ganaba. Después de cinco años en Segunda, cada vez somos más conscientes de lo que tenemos y de lo que podemos hacer, llevamos cinco años saliendo partido sí y partido también con la cabeza agachada de Balaídos, así que, cada vez que podemos sacamos pecho.

No digo ni que esté bien ni que esté mal. Es lo que hay. La ola pierde valor en Balaídos, se deprecia. No me imagino la que montaremos el día que tengamos algo real que celebrar.

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