El Celta ganó cuando quiso


Foto: LOF /La Voz de Galicia 
La sensación que dejó el choque disputado en la tarde de ayer en la Ciudad Deportiva del Villarreal fue la de que el equipo celeste será capaz de todo lo que se proponga. A diferencia del comienzo de liga, donde los de Paco Herrera mostraron incapacidad para dominar los partidos y desarbolar cualquier retaguardia ordenada, los primeros quince minutos y, sobre todo, la segunda mitad del duelo de este fin de semana, confirman que el camino ya está marcado, que ahora hace falta recorrerlo y que este equipo, si así lo desea, es capaz de vencer a cualquiera. Y es que los vigueses, siempre que quisieron, en el momento en que se echaron a tumba abierta a por el rival, cuando buscaron con ahínco el gol, no sólo lo encontraron, sino que desplegaron un fútbol maravilloso digno de un firme candidato al ascenso de categoría.

Comenzó el encuentro muy bien para los intereses vigueses, pues a las primeras de cambio, “SúperMario” ya había adelantado a los de Paco Herrera a pase del de siempre, Quique De Lucas. Pese al gol, el primero del delantero cántabro en el campeonato nacional de liga, los célticos siguieron dominando y tuvieron más de una ocasión, principalmente en las botas de Iago Aspas, que no fueron capaces de materializar. El partido estaba controlado y el Villarreal B no daba sensación de poder revertir la situación ante el buen juego y el orden de los visitantes.

Sin embargo, a partir del cuarto de hora, el choque cambió de rumbo y la pelota pasó a poder de los amarillos. Es en su propio mediocampo donde los celestes más sufren y donde sacan a relucir sus carencias defensivas. Una horrorosa basculación de la defensa primero y un infantil error de Catalá al intentar sacar la pelota jugada le bastaron al Villarreal B para, por mediación del Pichichi Joselu, revertir un partido. Se volvía a demostrar que poco, muy poco le hace falta a los rivales para hacerle un gol al Celta.

Entonces, ya con el marcador en contra y los cuarenta y cinco minutos de la segunda parte por delante, el Celta volvió a querer ganar el partido. Y con esa voluntad, unida a la calidad de su centro del campo y delantera, convirtió en un juguete a un filial amarillo que prácticamente ni cruzó la línea divisoria en todo el segundo acto. La ausencia de Álex López preocupó y mucho a un servidor, que pensaba que nos iba a costar y mucho crear juego en la tarde del domingo. Un fantástico Insa y un imperial Oubiña, el cual me está dejando gratamente sorprendido por su rapidísima recuperación, me hicieron ver que estaba equivocado. Los de Herrera fueron dueños y señores de un partido que pudo acabarse mucho antes de no ser por la falta de acierto de Aspas y por los méritos de Diego Mariño.

A falta de diez minutos, todo parecía indicar que el Celta volvería a perecer ante un filial amarillo que sustentaba la victoria, al igual que el curso pasado, en el buen hacer de un vigués de nacimiento. Sin embargo, el fútbol devolvió a los célticos la victoria que Gil Manzano le robó la temporada pasada y, guiados por un Aspas en estado de gracia, le dieron la vuelta al choque en los minutos finales. El segundo gol se explica en la estrategia, mientras el de la victoria tiene como protagonista a un muy activo Orellana, quien revienta en una baldosa a su adversario con un cambio de ritmo brutal para, después, servir inteligente hacia atrás donde aguardaba “diablo de Moaña” para remachar a placer.

La verdad que, a diferencia de otras victorias, esta sí que ofrece motivos para caer en la euforia. El equipo suma su tercera victoria consecutiva y se asienta en puestos de play-off. Además, lo hace marcando tres goles y remontando un partido que, a falta de diez minutos para su conclusión, tenía perdido. Bermejo ya se ha estrenado como goleador en liga. Iago Aspas, pese a no ofrecer grandes registros en cuanto a efectividad se refiere, continúa con su idilio con el gol. Oubiña cada vez está mejor, mientras Insa ha demostrado la capacidad suficiente como para sustituír a “Alejandro Magno” en cualquier momento. En el banquillo, Orellana comienza a dar motivos para pensar en su titularidad, mientras David, aunque hoy no ha marcado y sigue fallando cosas un tanto incomprensibles, es uno de los máximos realizadores del campeonato. A excepción de los fallos defensivos y el mal momento de un Mallo que no termina de recuperarse, pocas cosas negativas se pueden sacar de este partido. El Celta venció y convenció, dando muestras de una superioridad y una autoridad aplastantes. Ganó cuando quiso ganar, y eso es para estar muy pero que muy contentos. Que siga así.

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