En la Asamblea de accionistas celebrada ayer, se puso saber que Carlos Mouriño ha prestado 8 millones de euros al Celta, con un interés del 1,75% y una carencia de dos años. Dicho préstamo, vence el 31 de diciembre de 2012. Una vez llegado el plazo, Mouriño tiene dos opciones, prorrogar dicho plazo o capitalizar la deuda en acciones, con lo que tendría aún un mayor control sobre el club, algo que resulta innecesario porque ahora mismo ya lo tendría.
La deuda se desglosa de la siguiente manera: 3.435.479 € de la corporación GES, y 4.672.993 del propio Mouriño, para un total de 8.104.472 €. Conviene aclarar todo esto, porque demuestra que Mouriño ni es un Santo ni tampoco es el mismo demonio. Una leyenda urbana circula desde hace unos años, según la cual Mouriño habría puesto dinero de su bolsillo para pagar la deuda, lo que no es cierto, ya que la ha prestado, con un interés muy bajo, pero con intereses. Y tampoco sería el demonio, ya que gracias a esa inyección económica, el Celta pudo sobrevivir en momentos delicados. No nos olvidemos, que el Celta es una empresa de Mouriño, por la que ha pagado, y por tanto tampoco le interesa que se disuelva, más allá del compromiso sentimental que tiene con la entidad como celtista.
No obstante, la situación económica del Celta sigue siendo muy delicada. La deuda a largo plazo supera los 30 millones de euros, cifra superior a la publicada con anterioridad. Este baile de cifras confunde bastante al celtismo, que tendrá que ver este verano como, por obligación, tendrá que haber nuevamente ventas de jugadores. Esta temporada aún no se ha traspasado ningún futbolistas y los ingresos siguen cayendo, por lo que sí o sí habrá que vender, posiblemente a dos si no se saca la tajada suficiente por el primer traspaso. El Celta necesitaría un ascenso para aumentar los ingresos, manteniendo su contención en los gastos, de lo contrario, será compleja la situación.
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