El enigma Ortega


Sergio Ortega no cuenta para Paco Herrera. Es algo que todos sabemos. Lo que no sabemos es el por qué. ¿Rendimiento deportivo? Lo dudo. ¿Discrepancias con el míster o con el mismo club? Lo veo más factible. Lo cierto es que el Celta no va precisamente sobrado en la posición de central y aún sabiendo que el cántabro no cuenta para el entrenador, el club decidió no hacer ningún fichaje para esta posición. Tirar de la cantera, hoy en día y en ese puesto parece una quimera, algo demasiado lejano por la juventud e inexperiencia de la mayoría de sus integrantes. Y más aún en un año tan exigente como el que se avecina, dejando claro ya, tras cuatro partidos, que el camino a Primera División será tan complicado e incluso más que la destacable temporada anterior. Ahora mismo, en la primera plantilla, Herrera cuenta para la posición de central con Túñez, Catalá y Vila. Recordemos que el último, por mucho que haya rendido en su momento, no es un central puro y mucho menos destacado.

Herrera, en su afán de perfeccionista, cree que un equipo debe jugar con un central diestro y otro zurdo, por aquello de la salida aseada del balón. Estoy de acuerdo. En caso de tener jugadores para ello. La pregunta es: ¿Posee el Celta centrales para sacar el balón jugado? Jonathan Vila es el que más se aproxima a ello por su pasado como centrocampista, pero aún teniendo eso en cuenta no es un jugador con un manejo espectacular de la pelota ni su mayor virtud es el pase. Catalá y especialmente Túñez, no son centrales que saquen el balón cual Beckenbauer, recurriendo en multitud de ocasiones al pase largo que, aún así, no dominan a la perfección.

Incidiendo en la obsesión con sacar el balón jugado desde atrás cabe hacerse otra pregunta: ¿Le conviene al Celta realizar un fútbol de toque y dominio? Tanto en sus líneas medulares (a excepción de Oubiña y Álex López, que sí dominan más el raseo de balón) como en la parte más ofensiva, cuenta Herrera con jugadores perfectos para el contrataque, para el pase largo, para la velocidad. La salida rápida del balón, sin complicarse demasiado pero con la precisión suficiente, debería ser la obsesión de este equipo. Así quedó demostrado el curso anterior en una maravillosa, tanto por juego como por resultados, primera parte del campeonato. Todo esto me hace pensar en Sergio Ortega, un jugador más que válido que, de la noche a la mañana, desaparece de un plumazo sin explicación alguna. Su descarte no sería un problema si se le hubiese encontrado acomodo en otro equipo, pero una vez se decide que estará, ¿por qué seguir prescindiendo de él?

Ortega no es el central perfecto, ni mucho menos, pero sí es un jugador aprovechable. Va bien por alto, tiene un gran desplazamiento de balón y no es, ni mucho menos, un central lento al corte. Quizá sus mayores lagunas vengan en el apartado de la colocación, como quedó comprobado el año pasado en el desastroso partido en Balaídos contra el Barça B, pero en el último tramo de Liga, cuando sorprendentemente volvió al once, cumplió e incluso fue uno de los jugadores más destacados en la irregular línea defensiva. El Celta, especializado en el contraataque y en las jugadas rápidas de poca transición, tendría en Ortega un perfecto lanzador de pase largo desde la defensa. Además de que, teniendo tan sólo dos centrales y medio en la primera plantilla, cualquier lesión o infortunio puede hacer que se necesite de sus servicios. Entonces, ¿por qué relegarlo al ostracismo? ¿Por qué dar más facilidades a los equipos adversarios? Es un enigma que mucho me temo nunca tendrá respuesta.

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