Dimitrious Papadopoulos llegó en invierno de 2010 avalado por Vlado Gudelj, ni más ni menos. El griego llegó con la vitola de haber sido campeón de Europa con la selección griega y el de un delantero veterano, fajador y con ganas de reconciliarse con la suerte tras un mal paso por el Dinamo de Zagreb.
Pero el infortunio persigue a un Papadopoulos que contó poco para Eusebio y absolutamente nada para Herrera. El técnico catalán apenas le ha dado oportunidades, y aunque el griego no ha desentonado, la falta de puntería ha sido suficiente para que las puertas del equipo se le cerrasen.
Sorprende que cuando Herrera quiere dar descanso a David Rodríguez, ni se le pase por la cabeza la opción Papadopoulos, especialmente porque en la plantilla no hay un "nueve" que llevarse a la boca. De hecho, en estos dos últimos partidos, Herrera ha preferido poner a Iago Aspas, e incluso Michu tiene mucha presencia ofensiva y parece el delantero centro en muchas ocasiones. Papa ni una sola oportunidad. Siete minutos ante el Salamanca. Algo testimonial.
Lo que el griego necesita son minutos, y sobre todo encontrar un golito que nos haga creer en él y que le dé autoconfianza. Hace unos meses decía que se sentía como "un perro fuera de casa mientras el míster está dentro con los gatos". Creo que se equivoca. No es un perro, simplemente no existe.
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