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| Foto: José Manuel Álvarz Rey / Getty Images |
La afición del Celta volvió a marcharse de Balaídos sin el consuelo de una victoria. Ya van ocho partidos consecutivos en Vigo sin celebrar un triunfo liguero, una racha que empieza a convertirse en una pesada losa. Los 20.031 espectadores que se reunieron ayer en el estadio revivieron una sensación que se repite desde agosto. Y muchos de ellos la han experimentado en cada una de las siete jornadas previas.
Esta dinámica iguala ya el peor arranque del club como local en lo que a ausencia de victorias se refiere. La marca negativa es reciente: apenas dos temporadas atrás, con Rafa Benítez al frente, el equipo no logró ganar en casa hasta el noveno intento.
Un rendimiento liguero que hunde la clasificació
Los números son tan claros como preocupantes. El Celta solo ha sumado 5 puntos de 24 posibles en Balaídos, lo que lo convierte en el tercer peor conjunto de Primera División como local. El Oviedo comparte esa cifra, pero al menos ha celebrado una victoria ante su público. El Levante presenta un registro aún más pobre: apenas un punto en seis encuentros, una situación que provocó la destitución de Julián Calero en la víspera.
La comparación con otros equipos que también han disputado ocho partidos en casa es demoledora. El Atlético de Madrid suma 22 puntos ante su afición; el Espanyol, 16. Mientras tanto, el celtismo apenas ha podido disfrutar de cinco, todos fruto de empates.
Europa como alivio y una afición que resiste
El contraste con el rendimiento continental es evidente. Balaídos sí ha visto dos triunfos europeos esta temporada, pequeñas luces en medio del desierto liguero. Pero la irregularidad en el campeonato ya afecta tanto al ánimo del vestuario como al de la grada.
La asistencia de ayer —algo por encima de los 20.000 aficionados— fue la tercera más baja de la campaña, un dato llamativo para un partido en domingo y en horario accesible. Aun así, el estadio continúa respondiendo. El equipo tendrá una nueva oportunidad dentro de diez días frente al Bologna en Europa y, tres días después ante el Athletic en Liga. Dos citas que pueden marcar el pulso emocional de un Balaídos que no deja de empujar, aunque las victorias sigan sin llegar.
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