Aunque la temporada apenas ha arrancado y el riesgo de precipitar juicios es evidente, a día de hoy el mejor “fichaje” del Celta no llegó desde fuera, sino que ya pertenecía al Celta aunque estaba cedido en el Albacete. Se trata de Javi Rueda, cuyo estreno real en Primera División está dejando una huella inesperada en Vigo, aunque no sorprende tanto en el Carlos Belmonte, donde ya había causado sensación durante su cesión el curso pasado.
Conviene matizar: no es un debutante absoluto en la máxima categoría, pues disputó unos minutos en la última jornada de la campaña 2023-24. Sin embargo, esta es su primera temporada como jugador de pleno derecho en la élite, y está ofreciendo un rendimiento propio de un veterano en una competición tan exigente.
Su impacto resulta espectacular pese a no acumular demasiados minutos. El de Alozaina suma 235 en las primeras cinco jornadas, poco más del 50% de los 450 posibles. Aun así, ya ha firmado un gol, una asistencia y, el pasado domingo, provocó el penalti que permitió al Celta empatar frente al Girona. Una acción con valor de gol que las estadísticas no reflejan, pero que fue decisiva.
Otro aspecto que lo distingue es su capacidad de adaptarse a cualquier escenario. Contra el Girona solo necesitó diez minutos para marcar diferencias; ante el Villarreal, en cambio, jugó los 90 y, casi en el descuento, puso un balón medido de cabeza a Borja Iglesias para que el compostelano rescatase un punto.
No faltan voces en Balaídos que piden más protagonismo para el andaluz. Sin embargo, Claudio Giráldez gestiona su progresión con paciencia: le concede minutos de peso, y Rueda siempre responde. Su contrato concluye el 30 de junio de 2027, pero el club haría bien en adelantarse y asegurar su continuidad a largo plazo antes de que el tiempo empiece a jugar en contra.
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