El VAR se tomó el día libre



El Celta sufrió hoy las inconsistencias del VAR, que algunas veces entra en roces milimétrcos y en otras ocasiones, como hoy, se inhibe. En el campo estaba Alejandro Hernández Hernández, al que lleva sufriendo el Celta las últimas 17 temporadas, que se dice pronto. Y eso que el canario goza de prestigio y es considerado uno de los mejores de la categoría. Un mal síntoma para el nivel del colectivo arbitral. 

El veterano trencilla cometió dos errores claros, sin que el VAR actuase en ninguno de ellos. En el gol anulado a Jailson hay un contacto muy leve de Strand Larsen con un defensor. La duda es si la acción ya estaba anulada en el momento del gol, por lo que el VAR no podría entrar, pero en todo caso sería un error del colegiado, o al menos una incoherencia. Vemos a los asistentes no levantar el banderín en jugadas dudosas para que luego el VAR lo confirme en caso de que sea gol, y sin embargo este leve toque supuso la anulación inmediata de la jugada. 

Unos minutos después, Iago Aspas se planta totalmente solo ante el meta rival y se cae al suelo. En la repetición se ve el sutil toque de Pacha Espino que acaba derribando a Aspas. Penalti y expulsión para el defensor, por parar una jugada manifiesta de gol. El colegiado tenía claro que no era penalti y nadie en el VAR decidió revisarlo, algo que sí hicieron en otras acciones leves como el penalti de Douvikas ante el Sevilla, con el propio Hernández Hernández en el terreno de juego. 

Como ya comentamos en su momento, el problema no es el VAR. Es una idea sensacional que elimina de forma clara las injusticias por errores arbitrales, que pueden existir. El problema es su aplicación, y el gran problema que tenemos es el escaso nivel del arbitraje español. Si el nivel es malo sobre el terreno de juego, y son los mismos que gestionan el VAR, el resultado es el que podemos ver cada fin de semana. 

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