Rubén Blanco es uno de los jugadores que dejó el Celta este verano después de toda una vida defendiendo la camiseta celeste. El cancerbero de Mos ya estuvo la pasada temporada cedido en el Olympique de Marsella, club que se hizo con sus servicios este verano a cambio de 1,5 millones de euros.
El canterano llegaba a Marsella sabiendo cual era su papel, el de guardameta suplente de Pau López, y ese es el que está jugando en esta campaña. Hasta la fecha solo ha disputado un partido de la Ligue 1, en la novena jornada frente al Niza, un encuentro en el que tuvo que ingresar en el terreno de juego a media hora para el final por la lesión de Pau López. Cuando entró al campo el marcador señalaba un empate sin goles, que se rompió en el minuto 79 con un gol de Evan Guessand que daba la victoria al Niza.
Desués también disputaría el siguiente partido oficial por la lesión del meta catalán, en la Europa League frente al AEK de Atenas de Orbelín Pineda. Un partido que acabaría con victoria (3-1) de los marselleses en el Velodrome.
Pero la intervención más sonada de Rubén Blanco tuvo lugar en la previa de la Champions League ante el Panathinaikos. Marcelino García Toral, todavía técnico del Marsella por entonces, tomó la insólita decisión de dar entrada al canterano celeste en el último minuto de la prórroga para que se pusiese bajo los palos en la tanda de penaltis. Rubén Blanco nunca ha sido un meta que se haya caracterizado por su facilidad para detener penas máximas, algo que quedó evidencia en la tanda, en la que encajó los 6 que le lanzaron. La decisión puso en entredicho a Marcelino, y dejó fuera de la Champions al Olympique.
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