Que cumpla su sueño


Foto: Octavio Passos / Getty Images

Hasta las peores historias nos dejan momentos de épica. Algo así debió pensar anoche el celtismo cuando vio como la gran estrella del futuro, Gabri Veiga, salvaba al equipo con un doblete. Añadimos cierta heroicidad al hecho, aunque la realidad es que incluso perdiendo el Celta hubiese mantenido la categoría. Pero ese es otro tema. Los goles de Gabri Veiga nos dieron la tranquilidad necesaria para no depender de nada más. 

En un año tan extraño, con un final de temporada tan frustrante, deja cierto poso de satisfacción el epílogo. Ver a Gabri marcar y romper a llorar, ver su nerviosismo en el banquillo nos hacía tener cierta empatía con uno de los nuestros. Habitualmente cuesta sentirse identificado con un futbolista, casi siempre tan alejados de la realidad, tan distantes de la afición. Con Gabri Veiga resulta facilísimo porque es como nosotros, porque es uno más. Como Iago Aspas. 

El celtismo lleva años enfrentándose a la inevitable realidad de que algún día Iago Aspas se acabará. Ese día todavía no ha llegado. Cuando la espalda le de tregua volverá a hacernos vibrar, pero es importante pensar en ese futuro en el que ya no estará, y que, obviamente, cada día es más cercano. 

Y en medio de esa incógnita nos encontramos con la aparición de Gabri Veiga, y la sensación de que él era el indicado para tomar el relevo. Un futbolista que como Iago Aspas siente los colores como nadie. Que lleva el escudo tatuado en el alma, y es terriblemente duro pensar que el de ayer pudo ser su último partido con la camiseta celeste. 

Y esa impotencia que siente el celtismo ante la dejadez del club a la hora de intentar renovarle. "No lo queremos vender, pero nos lo van a comprar". Esa fue la frase de Carlos Mouriño, que unos días más tarde, lejos de corregir, recomendaba a la afición que disfrutase de Gabri lo que quedaba de temporada. Ni eso pudimos hacer. 

Cuando fue sustituido la afición clamó: "Gabri si, Mouriño no". Que tome nota al que le corresponda. El club tiene que hacer una propuesta honesta al jugador, por la cantidad que se pueda permitir pagarle, sin hacer excesos que hipotequen el futuro. Si Gabri no la acepta, y estaría en su derecho porque puede cobrar más en cualquiera de los equipos que le siguen, nadie se lo reprocharía, pero lo que no perdonaríamos jamás es no intentarlo, porque sabemos que el jugador quiere seguir. Démosle la oportunidad de cumplir su sueño. Sea cual sea. 

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