Un centenario entre la nada y el miedo al abismo



El Celta volvió a decir adiós a la Copa del Rey de forma prematura, sin llegar a las últimas rondas, en una situación que se viene repitiendo lastimosamente en los últimos años. Cierto que la fortuna no acompañó a los de Carvalhal, primero con el sorteo, al ser el único equipo que se enfrentaba a otro de Primera División actuando como visitante. Tampoco Martinez Munuera tuvo su mejor tarde dejando de señalar dos penaltis a favor de los célticos, por no hablar de la desgraciada acción que acaba con la expulsión de Marchesín y con Hugo Mallo bajo los palos. 

Todo eso es cierto, pero no lo es menos la enésima decepción de un equipo que en los últimos años no ha conseguido ilusionar a la afición, y cuando lo ha hecho, durante los primeros meses de Eduardo Coudet en el banquillo celeste, no logró darle continuidad, y el técnico argentino acabó siendo destituido después de un informe de Luís Campos, principal responsable de la confección de una plantilla que, con suerte, nos salvará de descender en el año del centenario. 

Todas las ilusiones que había puesto la afición celeste en la Copa del centenario han saltado por los aires.  Y no es la primera vez que algo pasa así, aunque el hecho de coincidir con una efeméride tan especial lo hacía más ilusionante. No ha podido ser. Siendo objetivos no hay equipo para competir en la Copa del Rey. El Celta tiene 19 futbolistas en su primera plantilla, de los cuales algunos son simples proyectos de futuro, otros jugadores sin el nivel necesario para competir por la titularidad, y salvo Iago Aspas, no hay ninguno indiscutible. La gran esperanza es Gabri Veiga, pero le falta experiencia, algo lógico teniendo en cuenta que acaba de llegar a la élite. 

En definitiva que este equipo no ilusiona, y es una pena que eso suceda en un año tan especial. En la zona noble de la entidad se vanaglorian por ese proyecto llamado Galicia Sport 360 que se afanan en explicar sin lograr contagiar su euforia a la afición. Una ciudad deportiva cuya construcción lleva el mismo ritmo de vértigo que la reforma de Balaídos, y el crecimiento de los ingresos atípicos, que no acaba de redundar en inversiones para reforzar al equipo. 

A todo eso se une que estamos viendo como se acaba la etapa de Iago Aspas en el Celta sin que el club haya sido capaz de rodearle de futbolistas para algo más que para salvar la categoría, mientras el presidente nos recuerda que prefiere 10 años en Primera que uno en Europa, y cuando vivimos un momento tan ilusionante como las semifinales de la Europa League, el propio Mouriño nos decía que prefería el ascenso del Celta B que ganar un título europeo con el Celta. 

No hay nada peor que el hastío y la indiferencia, y es ahí hacia donde parece conducir irremediablemente esta temporada. Eso sí, con el vértigo de un posible descenso, que no es ni mucho menos descartable. Tras 15 jornadas el Celta no ocupa puestos de descenso, pero virtualmente sí está en la zona roja. Una de las tres plazas la ocupa actualmente el Sevilla, un equipo que saldrá de esa zona más pronto que tarde. Se va a reforzar en este mercado de invierno, y es un equipo que no debería tener problema para salvar la categoría. 

Teniendo en cuenta que el Celta es cuarto por la cola, virtualmente estamos en zona de descenso, así que el partido del próximo viernes ante el Elche será clave. El equipo del Martínez Valero no conoce la victoria esta temporada y todos sabemos lo temibles que son esas estadísticas cuando el Celta se enfrenta a un equipo así. No quiero ni mentarlo, pero todos sabemos de qué hablo. 

Otro año más luchando por nada, con el miedo al descenso, y con Iago Aspas en la plantilla. La estrategia del club en los últimos años ha sido la de que el moañés nos salve. No hay otra. Y llegará un momento en el que no podrá hacerlo. Se ha abierto el mercado de fichajes, y el club se ha encargado de filtrar que no hay masa salarial para reforzar el equipo. Existía la esperanza de poder utilizar los fondos de CVC para ampliarlo, pero señalan que ya se han usado. Y mientras tanto Denis Suárez viendo los partidos desde la grada porque un alevín y sus padres decidieron hacer las maletas y marcharse al Real Madrid.

Así que lo que ha pedido Carvalhal a los reyes magos no llegará. Tendrá que conformase con lo que hay, e intentar salvar al equipo, rezando para que Iago Aspas no tenga una gripe larga o cualquier otro contratiempo que lo mantenga lejos de los terrenos de juego durante el tiempo suficiente para que no tenga arreglo el estropicio. Ojalá el viernes vengan los tres puntos para Vigo, y sea un punto de inflexión para ver las cosas de otra manera. 

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