El VAR es una extraordinaria herramienta que debería servir para llevar justicia al fútbol. Y en cierto modo lo hace, pero desde luego no es perfecto, y por desgracia no es la primera vez que esa imperfección acaba pagándola el Celta. Lo vimos hace un par de temporadas, cuando el equipo celeste sufrió en el mismo estadio que esta noche la imperfección del estamento arbitral, no del VAR en aquella ocasión, que conminó a De Burgos Bengoetxea para que visionase una acción en la que señaló penalti a Santi Mina sin tocar al rival. El colegiado lo revisó y mantuvo su decisión.
En esta ocasión el colegiado de campo era Pulido Santana, y no vio penalti en el campo. Sería deseable que tuviese la capacidad de verlo, pero es justificable por la velocidad de la acción. Lo imperdonable es que los responsables del VAR no apreciasen pena máxima en esta acción. La repetición no deja lugar a la duda. El defensor bloquea a Carles Pérez, frena su carrera y le impide llegar al balón. En cualquier parte del campo sería falta y nadie la protestaría. Dentro del área no lo es ni con revisión de video arbitraje.
Se quejaba Carvalhal de que si el jugador no se tira no pitan penalti. Y es cierto. Si Carles Pérez en lugar de intentar llegar al balón se hubiese caído al suelo no me cabe duda de que Pulido Santana señalaría penalti y el VAR haría lo mismo, es decir, nada. Sería penalti clarísimo hasta para Morientes.
Pero Carles Pérez fue honesto e intentó llegar al balón. No lo consiguió, porque el defensa le frenó lo suficiente para acabar trastabillado y en el suelo, pero unos metros más adelante. Los jugadores del Celta deberían entrenar durante una semana con los del Real Madrid para aprender estos pequeños detalles del fútbol.
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