El Celta no ha tenido fortuna, a nivel económico, con los dos únicos jugadores turcos que han defendido la camiseta del club a lo largo de sus casi cien años de historia. Según detalla La Voz de Galicia, en base a los datos ofrecidos por el Celta en la última Junta de Accionistas, la rescisión de ambos jugadores supuso un gasto de unos 2,8 millones de euros.
El más caro fue Emre Mor, que en su momento costó unos 14 millones de euros, a los que añadir el 1,5 millones de euros que pagó el club para deshacerse de él antes de su último año de contrato. En lo deportivo Emre Mor no aportó absolutamente nada durante las tres temporadas en las que formó parte de la primera plantilla. El turco-danés es posiblemente el negocio más ruinoso en la historia del club.
Menos ruinoso fue Okay, que ofreció un buen rendimiento en su primera temporada como jugador del Celta, aunque fue claramente de más a menos si analizamos el global de su trayectoria en el club. En el pasado mercado de invierno alcanzaron un acuerdo verbal con el Getafe mediante el cual el club madrileño, donde jugó cedido en la segunda vuelta, adquiriría sus derechos en caso de mantenerse en Primera División por unos tres millones de euros.
Una vez lograda la permanencia, el club azulón se olvidó del acuerdo, y el presidente azulón llegó a vacilar a Mouriño con aquello de que “en el fútbol actual todos los acuerdos hay que firmarlos”. Mouriño aceptó su error y no rompió relaciones con el club getafense. Además de perder esos 3 millones de euros, tuvo que pagar 1,3 millones más para rescindir el contrato del mediocentro en su último año de contrato. En total 2,8 millones para librarse de Okay y Emre Mor.
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