Los valores del Celta



Carlos Mouriño ha pronunciado otro triste capítulo en el divorcio con Denis Suárez. El mandatario celeste repitió los argumentos de siempre, añadiendo algunas novedades de este mercado de verano, de las que tenemos que fiarnos, porque no existen pruebas más allá de lo manifestado por el Presidente. Si había alguna esperanza de que las aguas volvieran a su cauce, especialmente tras una información publicada por Víctor López hace algunos días, parece que todo eso, o era una filtración interesada o simplemente no existió. El caso es que Mouriño ha ratificado que Denis no volverá a jugar en el Celta. Hasta aquí la historia. 

Pero lo más triste, en mi opinión, de la comparecencia de Carlos Mouriño, es que ha puesto a la misma altura a una persona que tiene parte en una agencia con la que mantiene diferencias porque el Real Madrid fichó a un alevín, que a otra persona, Santi Mina, que tiene una sentencia condenatoria ante la que cabe recurso por abuso sexual.  Y si nos ponemos estrictos, dedicó mucho tiempo a la terrible traición de Denis al Celta, que al daño a la imagen que para el club supone que se mantenga en plantilla a Santi Mina, aunque esté apartado. 

Es fácil presumir de valores cuando llega el 8-M, ponerse en modo feminista en las redes sociales, cambiar el logo de Twitter, Facebook o Instagram, pero más complicado predicar con los hechos. Al margen de que Santi Mina se fichó con esa causa pendiente, y en el club creyeron en su inocencia, una vez certificada la culpabilidad del otrora delantero celeste, procedía una decisión más contundente. 

En su comparecencia de hoy, Carlos Mouriño justificó el hecho de rescindir el contrato por lo que suponía en términos económicos para el club, incluso culpando a Mina de la planificación deportiva para esta temporada. Esos son los valores reales del club. No despedimos a un abusador sexual porque estaremos limitados para planificar el club. Las cartas encima de la mesa. Es legítimo, ojo, pero entonces tal vez no deberían enarbolar la bandera del feminismo ni presumair de valores que se resquebrajan cuando aparece el dinero,  porque seguro que alguien los puede llamar hipócritas, y quizás con razón. 

Decía Mouriño, justo tras conocerse la sentencia condenatoria a Santi Mina, que los valores del club estaban por encima de todo, pero desgraciadamente no estaban por encima del límite salarial ni de los fichajes. Por eso Santi Mina sigue entrenando en Afouteza, menuda ironía, mientras avergüenza al celtismo. 


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