El Celta se queda sin relevo generacional en la cantera


Foto: AFP

Desde que llegó a la presidencia del Celta, Carlos Mouriño siempre manifestó públicamente su deseo de que el vigués fuese un club de cantera. La apuesta fue clara en su presentación como nuevo mandatario, aunque las obras apuntaron hacia otros escenarios en sus primeros años. Incluso tras el descenso de 2007, lejos de dar protagonismo a la cantera, el club se embarcó en fichajes que seguían apuntando al mismo sitio que había apuntado Horacio Gómez durante su mandato. 

Incluso un año después, con el club inmerso en un proceso concursal y sin muchos recursos económicos, optó por fichajes de medio pelo que no solo no hicieron crecer al equipo, sino que lo condenaron casi a un descenso, evitado de forma milagrosa por un chico que venía apuntando grandes maneras pero que apenas había tenido minutos en la temporada anterior en un partido intrascendente. 

Pero incluso esa salvación de Iago Aspas tuvo mucho que ver con el inquilino del banquillo, Eusebio Sacristán, auténtico adalid del trabajo con la cantera en el Celta. De la mano del técnico castellano subieron muchos futbolistas al primer equipo, y algunos incluso fueron traspasados en momentos en los que la economía era auténticamente de guerra. 

El club entonces varió su rumbo y empezó a darse cuenta del valor de la cantera, que apoyó durante muchos años. En el verano de 2019 regresaron a Vigo canteranos que se habían ido por distintas circunstancias. Santi Mina y Denis Suárez a la cabeza, que junto al emergente Brais Méndez se convirtieron en el relevo generacional de Hugo Mallo y Iago Aspas. El futuro estaba asegurado con esos tres jugadores que reemplazarían algún día a los dos veteranos futbolistas. 

Tres años después ninguno de ellos está en el club. Bueno, en realidad dos si que lo están, pero de forma casi testimonial, y un tercero, Brais Méndez se acaba de ir a la Real Sociedad por 15 millones de euros. A Denis Suárez le puso Carlos Mouriño la cruz cuando el Real Madrid le birló a un alevín. Culpa a la agencia de la que es accionista el jugador. Da igual que sea cierto o no. A Florentino Pérez le perdonó. A Denis aún no. 

El tercero en discordia es Santi Mina, quien durante las tres últimas campañas compartió delantera con Iago Aspas. El vigués está pagando un lamentable error del pasado, que le ha costado una condena de cuatro años por abuso sexual. El club ya lo ha apartado y no volverá a jugar de celeste. El club sabía que tenía un juicio pendiente cuando lo fichó en 2019, pero confió en que su dinero le evitase males mayores. No siempre es así. 

Así pues nos encontramos con un vacío generacional enorme, apenas cubierto por Rubén Blanco, renovado hasta 2027, pero que según muchas informaciones busca una salida en forma de cesión, algo que el futbolista contradijo en las declaraciones tras la firma de su ampliación de contrato. Nos queda Rubén como único representante de esa generación que debería suplir a los Aspas y Hugo Mallo.  Los siguientes son los Gabri Veiga y Miguel Rodríguez, en una fase todavía muy prematura.  Ahora tenemos un proyecto diferente, ni mejor ni peor, el tiempo lo dirá, pero el de cantera era más bonito. 

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