Ya han pasado unas horas después de la eliminación copera del Celta ante el Atlético Baleares. Horas necesarias para rumiar una nueva decepción, que se une a las de las dos pasadas ediciones, en aquella ocasión con Mirandés e Ibiza como rivales.
Soy un gran admirador de la nueva Copa del Rey, que deja espacio para que se produzcan sorpresas como las de ayer en el Estadi Balear, aunque me gustaría que no siempre le tocase al Celta. Pero la Copa no es la responsable, ni tan siquiera los rivales, que ponen todo su empeño e ilusión por seguir avanzando rondas en una competición que les da un protagonismo que el sistema de ligas les niega.
Desde hace unos años el Celta se ha generado una dependencia extrema de Iago Aspas, que si bien en los últimos tiempos parecía haberse paliado en parte, sigue quedando en evidencia cuando vemos a un equipo sin alma deambular por el Estadi Balear. Y sí, es cierto que las circunstancias en las que llegó el equipo no eran las mejores, pero tampoco lo eran el pasado domingo ante el Betis y la imagen del equipo fue radicalmente diferente.
¿Cuál es la diferencia?. Es evidente que la motivación no era la misma. Al final del partido sí que veía en la cara de los futbolista la magnitud del desastre generado. Vimos desesperación en varios jugadores que veían como, una vez más, se escapaba un tren que puede transportar más ilusión que ningún otro.
Es tal el hastío del equipo con la Copa que incluso se traslada a la afición, generando en muchos la percepción de que es una competición que estorba, que no sirve, que provoca más molestias que beneficios. Es un error. En los últimos años pocas competiciones nos han dado tantas alegrías como la Copa. Faltó rematarlas, pero hemos disfrutado enormemente con las gestas de nuestro equipo. Claro que para eliminar a los grandes y plantarse en las rondas finales, primero hay que cumplir el expediente de eliminar a equipos dos categorías más abajo. Y para evitar estas decepciones hay que tomarse totalmente en serio la competición desde el primer partido hasta el último. Si es que interesa, claro.
Y sí, llegarán victorias en La Liga, volveremos a disfrutar, y nos olvidaremos de este partido. Y sí, sé que lo que importa es la liga, no es necesario el recordatorio, pero, ¿De verdad no es posible apostar algún año por la Copa?. El Celta jamás debería olvidar que el objeto de su fundación fue poder competir con los equipos vascos, catalanes y madrileños en la Copa. Por eso Fortuna y Sporting unieron sus fuerzas, cansados de caer en los cuartos y semifinales de esta competición, e incluso en la gran final, como le sucedió al Vigo, antes de fusionarse con el Sporting, en 1908. Ese, y no otro, fue el motivo de la fusión de los que por entonces eran los dos mejores equipos de Galicia. Respetemos los deseos de nuestros fundadores.
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