La goleada que puso en jaque al Celta


Foto: Isaac Buj/Getty Images

La pandemia de Covid-19 interrumpió durante tres meses la disputa de La Liga, justo en un momento en el que el Celta parecía arrancar con la llegada de Óscar García, logrando mejores resultados en los últimos encuentros antes de la interrupción por la cuarentena. 

En el regreso empezó tímido el Celta, con una derrota ante el Villarreal, y un empate en Valladolid, pero tomó vuelo con la goleada al Alavés (6-0) y la complicada victoria en Anoeta ante la Real Sociedad. Tras empatar ante el Barcelona en Balaídos, el Celta llegaba con una ventaja de ocho puntos sobre el descenso, que en ese momento ocupaban Mallorca, Leganés y Espanyol. 

Y precisamente el Mallorca era el siguiente rival. Con seis jornadas por delante y 8 puntos de ventaja, llegaba el momento de sentenciar la salvación en la cancha de un rival directo. El buen momento del equipo invitaba al optimismo. Nadie se podía esperar lo que tenía reservada aquella temporada al equipo céltico. 

El partido empezó con polémica, ya que a los 13 minutos De Burgos Bengoetxea se inventó un penalti que solo él vio (literalmente) en el área céltica. Desde el VAR le recomendaron que revisara la repitición, y sorprendentemente no se desdijo de su clamoroso error. El partido empezaba mal, y se fue complicando con el paso de los minutos, hasta el punto de que el Celta ya perdía 3-0 al descanso. En la segunda parte cayeron otros dos, y eso porque el Mallorca se relajó tras conseguir el quinto a la media hora de partido. 

A partir de ese encuentro llegaría el desastre. Sendos empates en casa ante Betis y Atlético de Madrid, precedidos por una dolorosa derrota ante Osasuna en El Sadar, y ante el Levante en Balaídos. En la última jornada, con el Celta dependiendo de sí mismo, fue incapaz de derrotar al ya descendido Espanyol y quedó a expensas de lo que sucediese en Leganés, donde el equipo pepinero no ganó de milagro al Real Madrid. El Celta lograba la salvación más agónica, más sufrida y seguramente menos celebrada de su historia, después de ese partido en Mallorca, que debía servir para certificar la salvación, y acabó siendo el principio de una caída libre que casi lleva al Celta a Segunda. 

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