Las dos partes de Pione Sisto en el Celta


Cuando pasen unos años, el celtismo seguramente recuerde la última parte de Pione Sisto en el Celta, aquella en la que se convirtió en una especie de exfutbolista influencer, con comportamientos reprobables. El Sisto que se fugó a Dinamarca durante la cuarentena sin avisar, el que se pasó 21 días comiendo fruta, desatendiendo los consejos de los dietistas, o el que publicó en su cuenta de Instagram imágenes de sus heces, solo por destacar alguno de sus grandes éxitos. 

Pero no fue lo único que dejó el danés en sus cuatro años en Vigo. De él también debemos recordar la primera parte, en la que destacaba por su faceta de futbolista, y filias y fobias al margen, no lo hizo nada mal. Su gol ante el Espanyol, recorriendo todo el campo para batir al meta rival con un potente derechazo, seguramente sea su mejor gol, pero no el más importante. En la eliminatoria de cuartos de la Europa League ante el Genk anotó un gol que finalmente acabó dándole el pase a las semifinales de una competición en la que el techo estaba en los cuartos. 

Tampoco debemos olvidar que Sisto fue fichado para hacer olvidar a Nolito, recién traspasado al Manchester City por 18 millones de euros. Y su gran mérito es que nadie -o casi nadie- se acordó del andaluz, uno de los mejores jugadores celestes de los últimos tiempos. Se hizo dueño de la banda izquierda, y durante las dos primeras temporadas cumplió sobradamente. En su segunda campaña incluso compitió con Lionel Messi por ser el mejor pasador de la temporada. De su juego poco hay que decir en estas campañas. Podía gustar más o menos, pero siempre aportaba algo y nadie dudaba de su titularidad. 

Algo se torció a partir de la tercera campaña. A medida que el Celta se caía, también lo hacía una de sus referencias, llegando a convertirse en una parodia. Antonio Mohamed llegó a pedir públicamente el apoyo de la afición, y fue ahí cuando afloraron sus problemas psicológicos, que finalmente le han llevado a salir del Celta. 

Si tuviésemos una máquina del tiempo se la prestaríamos a Mouriño y Chaves para que pudieran viajar al verano de 2018 y aceptar alguna de las suculentas ofertas que llegaron. El Celta habría ganado un buen dinero y el recuerdo del jugador hubiese sido fantástico entre el celtismo, pero todo se emponzoñó en estas dos últimas temporadas. Ojalá le vaya bien en el futuro. Se lo merece, y es posible que lo logre en un entorno más familiar. 

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