El regreso del niño de oro


Este miércoles puede ser oficial el regreso de Santi Mina al Celta. Una vuelta sorprendente por muchos factores, sobre todo porque lo hace en un momento ideal para ofrecer lo mejor de su fútbol al Celta en los próximos años, y mucho más pronto de lo que todos podíamos presumir. 

Su salida no fue la mejor. Pagó el pecado de su juventud con unas declaraciones que no gustaron nada al celtismo. Cuatro años después, mucho más maduro, ha sido reflexivo y ha regresado a su casa renunciando a muchas cosas, en una demostración de querer volver a vestir de celeste por encima de cualquier otra cosa. 

Y si, es cierto que si fuese titular indiscutible en el Valencia no estaríamos esperando esta noticia, pero tampoco es menos cierto que podría haber ido a otro club ganando más dinero del que ganará en el Celta. Mucho  más. 

La marcha de Santi Mina al Valencia dolió en su momento. No solo por sus declaraciones, que al final es lo de menos, sino por el hecho de perder a la gran joya de la corona, al niño de oro que nos había ilusionado con tardes de gloria en Balaídos. Debutó con el primer equipo con apenas 17 años, dos meses y nueve días, siendo el tercer jugador más joven en hacerlo con el Celta, solo superado por Iago Bouzón y Sansón. 

Su paso al primer equipo fue un salto gigante desde el juvenil, sin pasar prácticamente por Segunda B, ya que solo disputó un partido en la Temporada 2013-14, además de una quincena el año anterior, cuando aún compatibilizaba el juvenil con el Celta B. Luis Enrique lo vio y le dio la alternativa. 

La primera temporada fue de aprendizaje y la segunda de explosión. Le marcó 4 goles a Rayo Vallecano en una noche mágica, en la que hizo gala de su olfato goleador. Aquella temporada marcó 7 goles y al término de la misma Mendes se lo llevó al Valencia. Ahora regresa con la maleta llena de ilusión, para apuntalar una vanguardia de auténtico lujo junto a Aspas y Denis Suárez. 

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