Cardoso conoció el run-run de Balaídos


Foto: Alba Villar/Faro de Vigo
Miguel Cardoso pudo vivir ayer en carne propia la hostilidad de su propia afición. No contra él de forma específica, sino contra el equipo cuando las cosas no acababan de salir bien en los primeros minutos. Se esperaba que el respetable fuese indulgente con el equipo teniendo en cuenta que llegaba con un entrenador nuevo, pero desde el principio se vio que no era así. 

Pesaban más los recuerdos de partidos previos en Balaídos, que la ilusión y la esperanza por el cambio. Por eso, cuando los defensas se pasaban el balón con bastante vértigo en los primeros minutos llegaron las dudas y el run-run por parte de la grada, alcanzando su cénit en un lanzamiento de libre directo en el que David Costas, en lugar de colgar el balón, decidió jugar hacia atrás. 

Balaídos no suele perdonar los errores si las cosas van mal. Por fortuna marcó Iago Aspas antes del descanso, y a partir de ahí la actitud de la grada cambió. En Balaídos son los jugadores los que animan a la grada y no al revés. Es una forma tan lícita como otra cualquier de ir a un estadio. Nadie está obligado a animar, y está en su derecho de silbar si lo decide. La única pena es que si, en el uso de su libertad de acción, los aficionados escogen este camino, es mucho más probable que su equipo pierda. 

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