¿Somos tan pocos?


Foto: José Lores/Faro de Vigo
El pasado domingo recibió el Celta al Espanyol, un encuentro atractivo con los celestes peleando por acercarse a las plazas europeas después de una segunda vuelta que ha comenzado mucho mejor que la primera, con el lunar de la derrota en Mendizorroza. Partido a las 18:30 de un domingo, un horario al que pocos peros se le pueden poner, y apenas 15.750 espectadores en la grada. 

¿Qué está sucediendo en el celtismo?. La desconexión de la afición con el equipo es evidente. Estamos asistiendo a cifras alarmantemente bajas para una afición que es cierto que le dio la espalda al equipo en los peores momentos, pero que tras el regreso a Primera División se había subido nuevamente al carro. Sorprende esta nueva situación en la que ni los horarios ni el rival son excusa para una cifra de asistencia tan baja. 

Claro que la culpa no será todo de la afición. El club también tiene una cuota de responsabilidad, y seguramente también el equipo. Entendemos que está resultando decepcionante no pelear por el título de Liga, o tal vez tener los puestos de Champions demasiado lejos. Seguramente esperábamos algo más. Otra explicación no se encuentra. Ya durante el verano se palpaba un ambiente de pesimismo muy importante entre la afición, justo después de una de las temporadas más ilusionantes del club. 

¿Es este el premio al equipo por lo que hizo el pasado curso?. Resulta extraño comprobar como pasan los partidos y seguimos sin ver una gran entrada en un partido “normal”, más allá de los duelos ante Madrid y Barcelona, plagados de aficionados del equipo rival, o del derbi, que congrega a un buen número de aficionados cuyo odio al eterno rival supera al amor por su propio equipo.  Quedan aún varias jornadas para mejorar las cifras de asistencia, y demostrar de una vez por todas  que la afición y la ciudad están con el Celta.  ¿O es que realmente somos tan pocos?.

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