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| Foto: Octavio Passos/Getty Images |
Los últimos partidos del Celta están siendo muy positivos en cuanto a los resultados, aunque el juego siempre puede ser mejorable. La temporada del equipo, a pesar de los altibajos sufridos y alguna decepción, está siendo aceptable. Tras 20 jornadas ocupa la séptima posición, y más allá del hecho de que es complicado mantener esa posición, está cumpliendo las expectativas y ofreciendo aquellos que todos esperábamos cuando arrancó el curso allá por el mes de agosto.
Sin embargo, el equipo sigue teniendo una pequeña asignatura pendiente en Balaídos. De los 28 puntos que ha cosechado este curso, 16 han sido lejos de Balaídos, y tan solo 12 en terreno propio. Los últimos encuentros han sido ante Madrid y Barcelona, saldándose ambos con empate, por lo que el público no salió decepcionado del estadio, pero se sufrió demasiado en partidos ante rivales directos o incluso de la zona baja.
El partido anterior al enfrentamiento a los dos grandes fue ante el Villarreal, un mal partido que además llegaba justo después de dos buenos partidos ante Barcelona y Valencia lejos del estadio céltico. Si a eso unimos que ha habido partidos con la grada de Río cerrada, o abierta bajo la lluvia, derrotas ante equipos como el Atlético sin un gran juego, o empates ante escuadras que podían ser ganables, nos encontramos con que al aficionado celeste le está quedando un regusto amargo cada vez que va a su estadio.
Este lunes el equipo tendrá una buena oportunidad para mostrarle a su afición la mejoría experimentada en los dos últimos meses de competición. Es un partido ante un rival directo que debe servir para dar un golpe en la mesa, otro que se uniría al de la pasada semana ante la Real Sociedad, relanzándose en la clasificación. Los equipos de la zona media-alta, entre ellos el Betis, ya saben que el Celta será uno de los rivales a batir para alcanzar puestos europeos, y esta es una gran oportunidad para confirmarlo.
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