Los giros del destino


Foto: Atlántico Diario
Cuando empezó la temporada pasada pocos apostaban por Radoja en el once inicial. Pablo Hernández y Daniel Wass tenían un puesto asegurado y la plaza del mediocentro se la disputaban Marcelo Díaz y el serbio. No se debe confundir creer con querer. Muchos querían a Radoja en el once inicial, pero no tantos creían que lo fuese a conseguir. 

Entre otras cosas porque Marcelo Díaz, que comenzó la temporada como titular, era un futbolista muy del gusto de Berizzo, que lo pidió cuando jugaba en el Hamburgo, incluso aunque llegase lesionado. Sus características encajaban como un guante en lo que el técnico argentino quería para su equipo. 

Pero las lesiones persiguieron a Díaz en su estancia en el Celta, y nada más comenzar la temporada sufrió otra que le tuvo apartado de los terrenos de juego durante unas semanas. Radoja, su sustituto natural, tomó el relevo e hizo que los que querían ya creyesen, pero sobre todo convenció a Berizzo. El preparador argentino no renunció a todo lo que aporta el balcánico, a pesar de que seguramente su preferencia inicial era Marcelo Díaz.  Radoja fue titular todo el curso y acabó siendo uno de los mejores del equipo. 

Así llegamos a este mes de agosto, con el serbio en su condición de titular, pero el destino a veces da pequeños giros. Una lesión le apartó del equipo por espacio de un mes, y Unzué encontró una pareja que le ha dado muy buenos réditos durante este tiempo: Lobotka y Pablo Hernández. Los dos manejan al equipo desde la medular, se entienden muy bien y han hecho mejorar al equipo en muchos conceptos. El domingo posaron por encima del centro del campo del Atlético, siendo de los más destacados del equipo. 

¿Y ahora qué?. No dudamos de la capacidad de Radoja para revertir la situación. Tendrá minutos a lo largo de la temporada, y si los sabe aprovechar tiene opciones de convencer a Unzué, pero a día de hoy da la sensación de haber perdido el status que tenía. A veces las lesiones te dan, y otras te quitan. El mundo del fútbol no tiene memoria, pero si algo está claro es que el balcánico no se rendirá. 

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