La Rosaleda de Luis Enrique, el Ipurúa de Unzué


Foto: LFP
26 de octubre de 2013. El Celta visitaba La Rosaleda con el técnico Luis Enrique pendiendo de un hilo. El asturiano estaba recibiendo críticas de gran parte de la afición celeste, que no acababa de entender alguna de sus decisiones. El equipo venía de perder en un mal partido contra el Levante, marcado por un apagón que retrasó la conclusión del mismo, y estropeado con un gol final de Pape Diop que daba la victoria a los granotas. 

Tras aquel resultado el Celta quedaba en penúltima posición, con 6 puntos en 9 jornadas, aunque a tan solo un punto de la salvación que marcaba por entonces el Real Valladolid. La semana fue dura para el asturiano, acusado de inexperto, de pretender llevar el estilo del Barcelona a un Celta sin jugadores para ello, y con su futuro totalmente cuestionado. Pocos daban entonces un duro por él. 

Pero llegó el partido de Málaga, y resultó ser un punto de inflexión para la trayectoria de Lucho como entrenador del Celta. A los 6 minutos ya ganaban los vigueses, gracias a un gol de Álex López, y en el 23 era Augusto quien transformaba el segundo. En la segunda mitad cayeron otros tres, obra de Álex López nuevamente, Nolito, y por último Charles. Un 0-5 que caía como un jarro de agua fría en Málaga y que daba vida al Celta. 

Foto: LFP

Lo que pasó después es de sobra conocido por todos. El Celta aún sufriría en la primera vuelta, pero en la segunda rueda logró darle la vuelta a la clasificación acabando la temporada en una cómoda novena posición, excelente para un equipo cuyo objetivo era el de consolidarse en la categoría tras salvarse del descenso de forma agónica en la temporada anterior. 

Lo que fue La Rosaleda para Luis Enrique puede serlo ahora Ipurúa para Juan Carlos Unzué. Una victoria incontestable numéricamente, y con mucho tiempo por delante para seguir trabajando y mejorando. Decía Unzué en la previa que el equipo necesitaba tiempo y que lo ideal sería conseguir puntos para seguir trabajando con tranquilidad. Es una obviedad, pero hasta la fecha faltaba eso. Y este equipo, como aquel de Luis Enrique, necesitaba un puñetazo en la mesa como este para reivindicarse.

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