“Neymar juega así, y haría lo mismo con el marcador más ajustado”. Esta frase justifica el hecho de que una mentira repetida se convierte en una verdad. Lo han repetido tantas veces los defensores irracionales del barcelonismo que casi nos lo hemos creído. Casi tantas como los radicales defensores del madridismo lo han acusado de vejar a sus rivales, obviando lo que hacen sus jugadores.
Es un debate en el que no pintamos nada, salvo cuando nos toca. Neymar juega así, dicen. Él es así, aseguran. Pero esto no es del todo cierto. Neymar es como todos, en la victoria se crece, cuando se siente superior le gusta vacilar. Dar espectáculo, decían ayer. Algo comprensible en un país que considera espectáculo torturar a un animal hasta matarlo.
No lo acepto. Neymar no juega así siempre. Cierto que tiene muchos recursos para irse del rival, pero sus detalles cuando tiene ventaja en el marcador solo buscan ridiculizar al rival. Cuando pierde o empate, cambia las lambrettas y los sombreros por el lanzamiento de mocos al rival, al más puro estilo Pepe. La diferencia es que el madridista no sabe hacer lambrettas.
Que se lo digan a Hugo Mallo, que lo sufrió el año pasado en Balaídos. El de Marín fue un incordio para el brasileño, que reaccionó de esta manera. “Neymar se suena los mocos así. Y lo hace con independencia del marcador”, les faltó decir a sus palmeros.
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Obsérvese en ambas fotos el pequeño matiz del marcador. |
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