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Foto: Ricardo Grobas |
Pasada la tormenta vallecana, el Celta ya piensa en la Copa del Rey, una competición a la que los de Berizzo lo han fiado todo en los últimos días. La ilusión por hacer algo importante en esta competición ha pesado más que cualquier otro aspecto durante estos días, todo lo contrario que lo que se vive a orillas del Manzanares, donde se vivirá la semana muy pendiente del choque del próximo fin de semana ante el Barcelona.
En Vigo aún se recuerda la última presencia del Celta en los cuartos de final, precisamente ante el Atlético de Madrid. Entonces aquel equipo era un compendio de futbolistas de la cantera entrenados por Eusebio Sacristán, que buscaba la permanencia en la categoría de plata, y que casi da la sorpresa ante un Atlético que acabaría ganando la Europa League ese mismo año.
Eran otros tiempos para todos, también para el Celta, que en pleno mes de enero observa la clasificación liguera con la tranquilidad que da el quinto puesto, y apuesta por dar un paso más en la Copa, una competición que muestra la espina clavada por todo el celtismo tras las finales de 1994 y 2001. Eso es otra historia, pero la ilusión de dar la sorpresa y asaltar el Calderón llenará los corazones del celtismo durante esta semana.
Berizzo sacrificó un partido de Liga para llegar totalmente frescos a este partido, con los titulares a tope, y la intención de dar la sorpresa. No será nada fácil ante un rival que se está mostrando muy fuerte en su feudo, aunque cedió ayer un empate ante el Sevilla que logró irse del Calderón sin encajar un solo gol. La fórmula es clara. El Celta plantó cara al Atlético el año pasado en Liga en el partido jugado en Madrid, y fue superior en Vigo, como el pasado miércoles en la ida. Falta un pasito más.
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