La victoria del pesimismo


ÓSCAR VÁZQUEZ

Pululaba en el ambiente la sensación de que las cosas no saldrían bien ante el Atlético. Sin saber ni cómo ni por qué, la semana había traído el temporal y una lluvia de pesimismo a la parroquia impropia de un quinto clasificado que recibe en casa a un candidato al título. El Celta, que había sonrojado al Barcelona y agobiado al Real Madrid, parecía sin armas, sin fuerzas para repetir machada o al menos competir. Como si con Augusto en el otro bando el equipo se cayese cual castillo de naipes. Pues así fue. Los malos augurios se cumplieron y no hubo partido. Simeone y los suyos ganaron demasiado fácil. Demasiado. Los de Berizzo aguantaron lo que aguantó Orellana. Y nada más. En la segunda parte encajaron el gol y entonces el muro resultó insalvable. Ni una ocasión, ni un acercamiento con peligro. Después de tirotear a Ter Stegen y a Keylor Navas, Oblak se marchó mojado, pero sin barro en el equipaje. Decepcionante.

El Celta necesita como agua de mayo recuperar a Nolito. Desde noviembre son Aspas y Orellana los que han tirado del carro. Alternándose o conjuntamente, han mitigado la inevitable caída en el rendimiento global. Cuando ellos no están, Bongonda no basta para ganar partidos de caché. El joven belga ha aportado y aportará en otra clase de encuentros, más propicios para un chico que asoma la cabeza, pero ante Juanfran, Godín y compañía, nada como el arte gaditano. Los números no engañan. 3 puntos de 12 y las tres últimas jornadas sin ver puerta. Chileno y moañés no alcanzan siempre.

En el medio y mientras no llegue nadie se espera a Radoja. Más bien a su mejor versión. Llegará porque el serbio ya ha demostrado sus capacidades. Aún le falta para borrar la imagen de Augusto, pero tiene cualidades para hacerlo. Lo que no dispone es de excesivo tiempo. Se le exige rendimiento inmediato a un chico al que la pubalgia ha castigado durante casi un año. Anoche cumplió. No fue el día del Tucu, aunque sí de Wass. El danés parece que recupera su fútbol del comienzo tras el bajón otoñal.

Termina la primera vuelta y el Celta es quinto con 31 puntos. Y a punto de colarse entre los ocho mejores de la Copa. La situación es envidiable e invita a desplazar ese pesimismo que se ha instalado con la marcha de Augusto. La pérdida es importante, pero no definitiva. De la vuelta de Nolito y el paso adelante de Radoja dependerá el viaje a Europa el próximo año. También de lo que le traigan a Berizzo para completar el plantel y de su capacidad para gestionarlo. Anoche, una vez más, tardó en ver lo que todos veían. El mediocampo se fracturaba y así llegó el 0-2.

La semana que empieza debe acabar con un triunfo ante el Levante. Partido tan importante como aquel ante el Sporting. Un triunfo borraría la mala racha y permitiría acometer tranquilos los cuartos de Copa. Además, significaría ganar en casa, donde han estado la mayoría de los problemas de este Celta. Aunque es verdad que por aquí ya han pasado los gigantes más Valencia y Athletic. Ahora vendrán los Sevilla, Eibar, Villarreal y Deportivo. Y ahí se jugarán los de Berizzo el billete europeo. Ánimo, que no estamos tan mal.




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