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| Foto: Atlántico |
Como cambian las cosas. Lo que hoy es negro mañana puede ser blanco, y viceversa. Si a principios de temporada el Tucu Hernández se perdiese un partido por sanción, lesión o simplemente por decisión técnica, no creo que nadie celebrase su regreso. Entonces Berizzo aseguró que su compatriota se ganaría el aplauso de su afición.
Tuvo su mérito, ya que por entonces convivía con los pitos y silbidos de una parte de la afición, recrudecidos en los primeros partidos de Liga, hasta el punto de que el propio Celta emitió un comunicado pidiendo apoyo a todos los jugadores del club.
El caso es que el rendimiento de Pablo Hernández ha ido “in crescendo” con el paso de las semanas. Su calidad es indiscutible, pero le faltaba rapidez en la ejecución, en los movimientos, pensar antes que el rival. Era lo que necesitaba para complementar otras virtudes que tenía desarrolladas. Destacaba en el juego aéreo, tenía un buen disparo lejano, y calidad para poner el balón justo donde quería.
Berizzo también lo ha ido ubicando poco a poco, hasta situarlo ligeramente por detrás del mediapunta, con mucha libertad de movimientos y capacidad de decisión para mover el balón. Además realiza un excelente trabajo en defensa, siendo uno de los mayores recuperados del equipo vigués. Cierto que el pasado sábado no se notó su ausencia, al menos no en exceso. El equipo estuvo bien, movió con criterio con once jugadores, aunque tuvo menos posesión que el Betis.
Pero aún asumiendo eso, el hecho de que regrese este fin de semana es necesariamente una buena noticia. Lo es porque Berizzo cuenta con una opción más, y también porque se trata de uno de los jugadores más en forma de la actual plantilla. Y es noticia porque, como decíamos al principio, quien nos hubiera dicho hace unas pocas semanas que celebraríamos, aunque sin euforias, su regreso.
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