Foto: Lalo R. Villar |
Cuando Eduardo Berizzo llegó a Vigo casi un año y medio poco o nada sabíamos de su desempeño como entrenador. Las referencias que llegaban desde Chile eran inmejorables. El que había sido central del Celta en el equipo que a principios de siglo llegó a la Champions, cogió a un equipo modesto y lo hizo campeón de Liga un año, y de Copa al siguiente. Todo ello justificó el viaje de Mouriño a Chile para convencer personalmente al “Toto” de su llegada a Vigo.
A lo largo de estos meses en el Celta el técnico argentino ha coleccionado admiradores y detractores. Sorprende siempre la querencia de muchos a amar u odiar eternamente, en lugar de analizar cada hecho por separado. Berizzo ha hecho cosas bien, y otras mal. Algunas muy bien, y otras muy mal. Criticar a Berizzo no significa ser anticeltista, y alabarlo tampoco significa carecer de aspecto crítico.
Berizzo ha logrado durante estos meses crear un equipo que genera admiración en el fútbol europeo por su juego combinativo y vistoso, que además es efectivo. Tiene un plan, una personalidad que todo el mundo conoce y empieza a temer. Los jugadores saben a que juegan y lo llevan hasta el límite porque saben que funciona. Se puede decir también que gestiona mal los cambios, que le cuesta a veces solucionar problemas durante los partidos y que su apuesta por la cantera no va en consonancia con lo que quiere el club.
Tiene cosas buenas y malas, pero si analizamos objetivamente su trayectoria, pocos peros podemos ponerle a uno de los mejores entrenadores de la historia del club. El año pasado salvó al equipo sin apuros, y salvo una mala racha que a cualquier otro equipo mandaría a Segunda, su trayectoria fue impecable. Este año, de momento, está esquivando esa mala racha, y cuando el fútbol ha fallado ha sabido buscar soluciones para que los resultados siguieran llegando.
Suya fue la decisión de reconvertir a Augusto, no en un mediocentro cualquiera, sino en uno de los mejores de la Liga. El Atlético pagará casi 7 millones para hacerse con sus servicios. Como suya fue la decisión de centrar a Orellana para que el chileno haya dado lo mejor de sí mismo durante los últimos meses. No es casualidad que el trabajo dé sus frutos. No regala minutos, pero tampoco echa a los jugadores a los leones sin estar preparados. El Totismo está de moda, y es una pena que a muchos ciertos prejuicios no les dejen disfrutar de lo que tenemos ahora. Sonreíd, que sí se puede.
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