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Foto: Celta |
21 de enero de 2010, Vicente Calderón. Tiago jugaba su segundo partido con el Atlético de Madrid, a donde había llegado procedente de la Juventus como refuerzo de verano. El portugués debutó frente al Sporting y su segundo encuentro era la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Celta, por entonces en Segunda División.
Comenzó sorprendiendo el Celta con un golazo de Trashorras tras un genial pase de Iago Aspas con el tacón. Aturdido el cuadro colchonero, por entonces entrenado por Quique Sánchez Flores, los vigueses, con Eusebio Sacristán en el banquillo, y un equipo repleto de canteranos, vivieron sus mejores momentos en los siguientes minutos hasta que el Atlético frenó la euforia con un gol de Tiago a los 11 minutos. el primero con la camiseta del cuadro rojiblanco.
En la vuelta, un tanto de Forlán, previo error de Noguerol, dejaría la eliminatoria vista para sentencia, y evitaría que el sueño del Celta siguiese creciendo tras eliminar a otros dos primeras como el Tenerife y el Villarreal. Entonces dolió, pero el equipo creció con aquella derrota. El club creció con aquella experiencia.
28 de noviembre de 2015, Vicente Calderón. Corría el minuto 32 de un intrascendente Atlético de Madrid - Espanyol a ojos de un aficionado celeste, cuando el jugador portugués sufría una grave lesión, fractura de la tibia, que le mantendría alejado de los terrenos durante un largo periodo de tiempo. En aquel momento era difícil relacionar su dolencia con el Celta, pero la búsqueda de su sustituto está a punto de dejar al Celta sin su capitán y su referencia en el centro del campo.
Permítase aclarar el titular, que es una simple licencia. Tiago no tiene la culpa. Marcó en Copa porque es su trabajo, y no deseaba que a estas alturas se le estuviese buscando sustituto. Es un buen futbolista que en dos momentos puntuales ha perjudicado al Celta. En aquella ocasión, el equipo y el club crecieron tras el varapalo. Ahora toca volver a rehacerse. No será fácil perder a un capitán, si finalmente sucede, pero hay que confiar en que, como aquella vez, salgamos reforzados.
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