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| Foto: Cristina Quicler |
Cuando Orellana fue traspasado al Celta por el Granada muchos en la ciudad nazarí sonrieron complacientes. El internacional chileno no acababa de carburar con el equipo, y la obsesión céltica por su futbolista le había reportado a sus arcas más de un millón de euros. Se consideraban ganadores en la operación. No fueron solo en Granada, también en Vigo algún periodista ridiculizó al Celta por la maniobra.
Casi tres años después de aquello, Orellana volvió a Los Cármenes convertido en una de las estrellas de la Liga, con un rendimiento netamente superior al de cualquiera de los sustitutos que el Granada tuvo que contratar en estas temporadas. Su salto de calidad ha sido tan grande que muchos habrán pensado que no se trata del mismo futbolista.
Ya en su momento aseguró valorar su entorno, y destacó la importancia de ser feliz en su trabajo. Eso lo ha obtenido en Vigo, donde ha encontrado su mejor momento como futbolista profesional. Para muestra un botón. El recital del chileno durante la primera mitad fue colosal. Los Cármenes lo recibió con música de viento, y esta no cesó durante todo el partido, pero se fue mezclando con el estupor de ver a un jugador espectacular.
Su forma de celebrar el gol enervó a la grada nazarí. Orellana se llevó la mano a las orejas, y posteriormente al pecho. A él y a su escudo. Aquí estoy yo. Incluso se tomó con buen humor la pitada recibida cuando se iba del campo, y lo agradeció con un aplauso. Estaba en su salsa. La persona tímida que es fuera de la cancha, se transforma dentro de ella. Ese es Orellana y esta su venganza.




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