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Foto: Óscar Vázquez |
Dicen los más pesimistas -o los más optimistas según el bando- que el de anoche fue el último partido de Augusto en Balaídos. Es difícil asegurarlo. Desde Madrid, e incluso desde Vigo, hay varios medios que sostienen que el centrocampista argentino está a un paso del Atlético. Alguno, como Roberto Gómez, se ha atrevido a decir incluso la fecha de su presentación: El próximo lunes.
Ayer Augusto saltó al terreno de juego a los seis minutos de la segunda mitad, y desde un principio fue patente que no sería un partido más. El argentino abandonó el estado visiblemente emocionado y se fue a su casa sin querer realizar ninguna declaración. Durante los minutos que estuvo en el terreno de juego se escuchó en varias ocasiones aquello de “Augusto quédate”, un lema que suele ser la antesala de la salida del jugador al que se le requiere que se quede.
Augusto Fernández llegó a Vigo hace tres años y medio, tiempo suficiente para calar muy hondo en el vestuario y entre la afición. Logró ser capitán cuando apenas llevaba un par de temporadas en el equipo y logró que nadie lo discutiese, ni entre sus compañeros ni entre el celtismo. Tiene algo especial, seguramente su manera de dejarse la piel en el terreno de juego en cada choque, un carisma singular que le hace ser muy querido. Anoche Balaídos volvió a demostrárselo buscando ablandar su corazón y lograr su continuidad. No parece fácil.
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