Mi gran noche


RICARDO GROBAS

Sonaba Raphael en la megafonía de Balaídos minutos antes del pitido inicial. Se ha convertido ya en rutina, aunque no siempre el devenir del partido ha coincidido con la letra de la canción. Anoche sí, anoche fue la gran noche del Celta, la gran noche de Mina. A sus 19 años ha entrado ya para siempre en la historia del club tras una partido inolvidable. Póker de goles en Primera División, el más joven en hacerlo desde la Guerra Civil y el único celtista en los últimos cuarenta años. De paso, punto y final al maleficio vallecano. Carpetazo a la maldición de la franja en 89 minutos de ensueño. El Celta, en una exhibición coral, pasó por encima de un Rayo que perdió toda su luz en Balaídos, ese estadio que tantas y tantas veces había asaltado últimamente. Partido para el recuerdo de un equipo que sella definitivamente la permanencia y al que su ambición determinará si va a pelear o no la séptima plaza de aquí a final de curso. 

Y eso que la noche empezó contradiciendo al cantante de Linares. No iban ni 30 segundos cuando el Rayo recuperó todos los fantasmas de sus anteriores visitas. Hugo Mallo volvió a entrar tarde y Sergio no estuvo acertado en la salida. De nuevo a remar. Pero esta vez el Celta encontró la forma de darle la vuelta a la tortilla. Tuvo mucho que ver un tal Manuel. Nolito volvió literalmente loco a su par, hasta el punto de que Paco Jémez tuvo que retirarlo del campo a la media hora de encuentro. Túnel del gaditano y regalo a Larrivey. Diagonal hacia dentro y caramelo para Mina. El Celta tiene un tesoro con él. Estará en Vigo el tiempo que quiera. Después Orellana y Krohn-Dehli se sumaron a la fiesta. Entre los tres fabricaron el tercero y el cuarto. Asunto resuelto. 

Balaídos alcanzó el entretiempo en efervescencia. Para la reanudación faltaba el show de Mina. El canterano hizo el quinto y el sexto, tercero y cuarto en su cuenta particular. Fue un recital de definiciones. El primero, acudiendo al espacio y ajustando el balón al palo. El segundo, con la sangre fría necesaria para picarla lejos del guardameta. El tercero con la cabeza, rectificando y situándola a la cepa del poste. Y el cuarto, burlando a Toño. Merecido premio para un chico que ha evolucionado respecto a la temporada de su debut. A su desarrollo físico, visible a los ojos, se une una mayor inteligencia para entender el juego. Ya no es ese chaval que se enredaba en regates estériles. Sabe aprovechar sus virtudes, más cercanas al juego sin balón que con él. Algo debe tener para colarse en un once tan hermético como el de Berizzo. El de ayer fue su primer gran partido, su primera gran noche.

El partido murió entre cánticos, ovaciones y alguna ola. El Celta supera al Rayo y deja la permanencia a la espera de las matemáticas. En el horizonte, el Málaga a 7 puntos. Está difícil, especialmente porque hay rivales importantes por el medio, pero debe intentarse. Los boquerones visitarán Balaídos en poco más de dos semanas y no atraviesan su mejor momento. El reto, al menos, parece más apetitoso que dejar pasar el final de curso. 


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