Mis compañeros me esconden los vasitos del café


Voy a compartir con vosotros una experiencia personal que puede ser real o no. Resulta que hace unas semanas todos mis compañeros decidieron realizar una cena de confraternización para olvidarnos del stress diario del trabajo y mantener al grupo más unido y fuerte que nunca. Fue el principio del fin. Intentamos buscar una fecha en la que todos estuviésemos disponibles, pero siempre es complicado, y justamente ese día estaban de visita unos amigos a los que hace mucho tiempo que no veía, y que habían venido a Vigo a verme. Me pareció que lo más coherente era quedarme con ellos. 

No conocía entonces la gravedad de mi decisión, porque desde entonces todo se torció. Mis compañeros dejaron de hablarme, no me ayudaban cuando necesitaba ayuda. Quitaban el papel de la impresora cuando tenía que imprimir algo, escondían los vasitos del café y manipulaban mi ordenador para que cuando me sentase tuviese la pantalla girada noventa grados. Fue horrible. 

Mi jefe canceló la reunión en la que debíamos hablar de mi ascenso y redireccionó mi correo a la carpeta de spam. La simpática recepcionista, que siempre me contaba cosas de su bebé, dejó de hablarme e incluso de abrirme la puerta cuando salía a fumar. Es evidente que de haberlo sabido hubiera ido a aquella cena, porque además, fruto del mal ambiente producido por mi ausencia, el rendimiento mío y el de mis compañeros ha bajado de forma alarmante planeando un ERE sobre nuestras cabezas. 

Os cuento todo esto, porque durante la semana parece haberse parado el mundo porque un jugador del Celta, no cualquiera, uno en concreto, no acudió a una cena con sus compañeros, y esa decisión parece haber hecho un daño gravísimo al equipo, a juzgar por lo que se puede leer en determinados lugares. Sorprende en primer lugar que eso sea noticia. Las cenas de jugadores son muy habituales, y no siempre van todos. Otras veces las hacen un grupo determinado, aquellos que se llevan mejor, porque en los equipos de fútbol también hay gente más afín, como en cualquier trabajo. Y no pasa nada. Es algo normal. 

Pudiera parecer, si uno fuese mal pensado, que se está tratando de hacer daño a un futbolista en concreto, pero lo descartamos. No es posible, ni es inteligente hacerlo, especialmente tratándose de uno de los jugadores más populares del equipo, y cuyo rendimiento en el terreno de juego, desde su llegada a Vigo, es absolutamente impecable. Ni un solo pero se le puede poner. Desde aquí quiero enviarle un fuerte abrazo. No es agradable que te escondan los vasitos del café, pero peor es que cambien el azúcar de la máquina por sal. 

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