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| Foto: Miguel Ángel Polo |
Pocas veces tendrá Fabián Orellana la oportunidad de regalarse a sí mismo un hat-trick. El internacional chileno nunca ha marcado tres goles vistiendo la camiseta del Celta, ni tampoco como jugador de Primera o Segunda División, pero el pasado sábado tuvo una oportunidad irrepetible para hacerlo. Tres goles, que pudieron llegar a poco que tuviese fortuna y acierto, según la ocasión.
Le faltó fortuna en la primera jugada, que sucedió en el primer acto, cuando aprovechó un gran pase de Jonny para poner una rosca imposible para Diego Mariño, que fue repelida por el palo izquierda de la portería del cancerbero vigués. Pudo ser el 0-1, como también lo pudo ser una acción, ya en la segunda mitad, en la que Orellana se plantó solo ante Mariño tras un impresionante pase de Nolito que se coló entre varios jugadores.
Ahí le faltó acierto, ya que tenía todo para marcar. Mariño se hizo grande e impresionó a Orellana que se precipitó lanzando el balón a la derecha de la portería. Unos minutos después, no acertó a rematar cuando estaba solo en el área levantinista, tras otro buen pase de Nolito. En lugar de la cabeza, el balón contactó con el hombro del chileno, que terminó rematando manso a las manos de Mariño.
El hat-trick perdido de Fabián Orellana, que pudo poner la guinda a un buen partido. Eduardo Berizzo decidió colocar al chileno en la posición de media punta, con mucha libertad de movimiento, apareciendo por diversas zonas del campo. Lucas Alcaraz nunca supo como contrarrestar al menudo futbolista celeste, que fue una auténtica pesadilla para la zaga. Los defensores de todos los equipos habrán visto el cañito con el que suele salir de cada acción, pero aún así no logran evitar que lo siga haciendo.
Le falta gol al chileno, que marca porque aparece mucho en el área rival, y porque tiene una calidad que le hacen capaz de realizar lo más difícil, aunque a veces falle lo más fácil, como le pasó el sábado.
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