La Otra Crónica: despertares


Foto: Lalo R. Villar
Sufrió el timón del viejo barco celtista el viraje esperado contra uno de los rivales más exigentes de la temporada, el Valencia de Nuno que venía lanzado tras doblegar al Real Madrid. Es por eso que el punto conseguido el pasado sábado en el viejo Balaídos ha de servir para recobrar la esperanza, cargar la autoestima de nuevo y seguir en esta línea, la del dominio y la presión que tan buenos resultados dio en el arranque liguero.

Ante la baja de Cabral y la duda hasta última hora de un Nolito con molestias, el Toto Berizzo situó una defensa de cinco con Radoja acompañando a Sergi y Fontàs en el eje defensivo. Tres centrales que emularon la disposición valencianista y le dieron la manija del encuentro a una pareja de mediocentros tan inédita como eficiente: Kroh-Dehli y Augusto se hicieron con el partido gracias a la presión y a la velocidad con el balón en los pies en lo que fue un auténtico partidazo. Por delante de ellos se situó, casi pegado a Charles, el Tucu Hernández en el que fue sin duda su mejor partido desde que es celtista. Gran despliegue del argentino nacionalizado chileno que llegó a robar hasta siete balones, fue amo y señor en los balones aéreos y movió al equipo con excelentes cambios de juego y pases profundos.

Así que el Celta, comandado desde atrás por un imperial Radoja (¿cuál es el techo de este chico?), se fue haciendo poco a poco con el dominio del partido ahogando a un Valencia que no encontraba ni a Parejo ni a André Gomes en la salida del balón. Tan solo de las contras pudieron vivir los chés siendo casi todas desbaratadas por esa zaga de cinco que replegaba con eficiencia acumulando segundas y terceras líneas de ayudas. Excelente trabajo defensivo, quizá el mejor de la temporada, el de el Toto, su cuerpo técnico y por supuesto los solidarios jugadores. Falló, una vez más, la definición. Otro penalti marrado, esta vez por Orellana, y un mano a mano claro que el propio chileno desaprovechó ante la gigantesca figura de Diego Alves. Los locales perdonaron y, al borde del descanso, un error en la salida de Fontàs lo aprovechó Rodrigo para batir a un Sergio que no estuvo muy acertado.

Ni el penalti fallado ni el mazazo de un gol que el Valencia no mereció hundieron a un Celta que podría haber caído fácilmente en estado comatoso. El despertar fue fulgurante y, en la segunda parte, hubo mucho Celta y poco Valencia. Hugo Mallo, retirado por lesión, dio la oportunidad a un Nolito muy enchufado que propició la conexión que faltaba en la parcela ofensiva. El dominio era ya un hecho consumado y el gol tendría que llegar de cualquier manera. Y llegó, para sorpresa de todos, tras el saque de un córner peinado por Charles. Orellana se resarcía con su pierna mala en precioso remate de volea que batió a Alves ante la atónita mirada de la zaga visitante. Por fin, más de 700 minutos después, el Celta rompía el mal fario del gol en una racha tan injusta como incomprensible. Estalló la grada y estalló el equipo, que por fin se desmelenó y fue a por el partido con ambición y talento.

Tan solo a la contra pudo acechar el Valencia y en casi todas las ocasiones se topaba con Radoja, Sergi o Fontàs. Incluso el goleador Orellana se incrustó en el carrilero derecho ayudando de forma espectacular en el trabajo defensivo. El partido, en esa media hora que faltaba, solamente tuvo un dueño y vestía de celeste. No es que se sucediesen las ocasiones sin cesar, pero sí que tuvo el Celta un par de remates que bien pudieron colarse en las redes valencianistas. Cuando ya el tiempo expiraba y ambos se conformaban con el empate, Orellana remató (otra vez) en el segundo palo y casi, por una talla de bota, no llegó Charles en segunda jugada. La sensación, una vez más, de que los tres puntos tendrían que haberse quedado en casa.

Pero, dada la tranquila situación en la tabla, eso es lo de menos. Lo importante es que se vuelve a puntuar y a marcar. Y, lo más importante, se recupera la identidad perdida. La alta presión, el dominio incontestable en los partidos, las ocasiones claras. No hubo puntería, pero jugando así es cuestión de tiempo que el Celta vuelva a la senda de la victoria. Como decía aquel, 'al loro, que no estamos tan mal'. Este Celta todavía tiene mucho carrete y nos va a dar, en lo que queda de temporada, muchas más alegrías.


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