El agridulce sabor de un debut en Primera División


Foto: EFE
Borja Iglesias no olvidará fácilmente el 3 de enero de 2015, fecha en la que cumplió el sueño de aquel niño que corría detrás de un balón por las calles de Compostela. El santiagués pudo debutar en la máxima categoría, en un estadio histórico como el Ramón Sánchez Pizjuán, aunque, para su desgracia, no pudo materializar con una victoria el sueño tantas veces soñado. 

Corría el minuto 77 de partido cuando Berizzo lo llamó para vestirse y saltar al terreno de juego en lugar de Santi Mina, con quien compartió vestuario en el filial a comienzos de la pasada temporada. El propio futbolista escribía en su cuenta de Twitter: "Día muy especial con sabor agridulce". A punto de cumplir 22 años, vivía su primer día en la élite del fútbol, aunque su carrera siempre ha estado marcada por el éxito a las puertas. Formó parte de la cantera del Valencia y del Villarreal, antes de llegar a Vigo el pasado verano. 

En Barreiro cumplió, anotando 13 goles en 35 partidos, y el ritmo de esta temporada apunta a que podría superar esas cifras ya que ha marcado 7 goles en 17 encuentros, unas cifras muy decentes para un delantero que se caracteriza por su facilidad para proteger el balón y su olfato goleador. No será, probablemente, el último encuentro en el que Berizzo se vea obligado a tirar de él. En Nervión entró poco en juego, seguramente por la responsabilidad del envite. Disfrutaría más con ventaja en el marcador, o con un Celta con más opciones de llegar a la portería contraria, pero todo llegará. El encomiable trabajo de Borja ha tenido su fruto, pero ahora queda lo más difícil: Quedarse. 

0 comments:

Publicar un comentario