Cuestión de compromisos


Foto: Ricardo Grobas
La octava visita de la selección española a Vigo quedará en la memoria de la afición local como el día que Nolito debutó con la Roja. El jugador número 12, en esta ocasión, estaba en el campo, intentando burlar a la defensa alemana. En el pasado, la afición de Sevilla se había ganado el título honorífico de "jugador número 12" por su apoyo incansable a la selección. La alegría del sur contagiaba a los internacionales españoles, que se hicieron invencibles durante un tiempo en la capital hispalense. En el norte, en cambio, cuesta más iniciar la jarana.

Nolito, andaluz de Sanlúcar de Barrameda, fue quien ayer animó a un estadio de Balaídos que desafió a la lluvia para ser testigo del estreno del céltico con La Roja. Porque el duelo entre las dos últimas campeonas del mundo comenzó con un ambiente frío. Se encargó de calentarlo el céltico con sus apariciones en ataque. Al gaditano le sobra gracia y salero.

Los más vitoreados al anunciarse los onces fueron Casillas, Isco y, por supuesto, Nolito. Y eso queManolo el del Bombo había aparecido minutos antes en el terreno de juego para besar la hierba de Balaídos y reclamar de los asistentes el compromiso -la palabra de moda entre los internacionales españoles- con el equipo de Del Bosque.

Los que más se oyeron entonces fueron los seguidores alemanes, a pesar de su escaso número en un lateral de la grada de Río. Con un par de bombos, hicieron mucho ruido al comienzo para animar a laMannschaft.

Compromiso lo había reclamado Sergio Ramos a los que justificaron una lesión para no acudir a Huelva y a Vigo (Cesc y Costa) y lo buscaron en Vigo quienes le concedieron a Balaídos el duelo entre los dos últimos campeones del mundo.

El estadio no se llenó y la mayoría de los que desafiaron a la lluvia centraron sus energías en Manuel Agudo, Nolito. El céltico arrancó los mayores aplausos y con sus primeras acciones echó candela para calentar el ambiente. Esta vez, el jugador número 12 que animaba el partido estaba en el terreno de juego. A partir de ahí, Balaídos incluso animó al equipo español, celebró las intervenciones de Casillas y las jugadas del mago Isco, otro andaluz, de Benalmádena. El estadio no tardó en conchabarse para hacer la ola.

El compromiso que ponía La Roja en el campo contagió a la grada, que celebró el juego de un equipo que está inmerso en una transición tras alcanzar el cielo en Johannesburgo, donde llueve tanto como en Vigo. Desde el fracaso en Brasil, la fiebre por la selección española ha decaído. Lo han asumido los repartidores de las banderitas que se regalan en los accesos al estadio. La demanda ha descendido notablemente.

Quince años tuvo que esperar Vigo para volver a disfrutar de la selección española. Sus responsables analizarán ahora si hubo compromiso de la afición gallega con La Roja. Ayer demostró que sí, a través de las jugadas de Nolito.

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