Un ex céltico revoluciona la Premier


Foto: Getty Images
Pocos intuyeron en la desgarbada figura de aquel joven brasileño lo que hoy en día representa en el mundo del fútbol,  cuando Diego Costa llegó a Vigo como uno más de los fichajes realizados por un equipo que, entonces, navegaba a la deriva buscando su identidad. Mientras esta no llegaba, el vestuario céltico se poblaba de jugadores cedidos por Real Madrid y Atlético de Madrid: Agus, Vara, Adrián González, Diego Costa, Mario Suárez... Entre todos ellos, Costa parecía uno más, uno de tantos que ya antes habían jugado en el Celta. Pero no era así. 

Lo cierto es que su etapa en Vigo no dejó indiferente a casi nadie. Costa demostró desde un principio que él no iba a ser uno más, aunque esto no haya sido siempre su principal virtud. En Balaídos demostró tener un potencial tremendo, pero también mucho que madurar. Sus comportamientos, pueriles y en ocasiones violentos, llamaron la atención del celtismo, que se debatía entre su rendimiento, bueno en la primera parte de la temporada, y su actitud, que muchos entendimos como un daño a la imagen del club. 

Ante el Xerez, tras realizar un auténtico partidazo, lo estropeó ya en el descuento vacilando antideportivamente a los jugadores del equipo rival. Repitió unas semanas después ante Welligton, defensa del Málaga, a quién agredió cuando este estaba en el suelo golpeándole con su bota en la cara. En teoría de forma involuntaria, aunque unos días después reconoció los hechos en sala de prensa y admitió no estar arrepentido. Detalles de un cerebro todavía por asentar. No en vano, Diego Costa llegó a Vigo con apenas 19 años y mucho fútbol de barrio en las venas.


Otra vez, en Soria, demostró el talento que llevaba dentro con un golazo de antología. De esos que el aficionado celeste aún recuerda. Recogió el balón en campo propio y recorrió los cincuenta metros que le separaban de la portería contraria sin que ningún rival pudiera arrebatarle el balón. Fue gol, el de la victoria céltica ante un rival que finalmente ascendería a Primera División. Por entonces, el Celta aún ansiaba con la pelea por los puestos de honor, que finalmente quedaría muy lejana. Diego Costa anotó 6 goles en 28 partidos, pero terminó desapareciendo del equipo. Se fue diluyendo. 

En Vigo apenas vimos una ínfima parte de lo que la carrera de Costa depararía. Le costó varias cesiones alcanzar su objetivo de jugar en el Atlético de Madrid, algo que llegó tras la venta de varios delanteros, y ayudado en parte por una gran temporada en el Rayo Vallecano, donde lograría 9 goles en 16 partidos que salvarían a su equipo. Luego llegó su oportunidad en el Atlético: 10 goles en la 2012-13 y 27 en la siguiente. Llegarían los títulos de Copa, con un protagonismo especial, la Liga y el subcampeonato de Europa... la selección española y un traspaso millonario al Chelsea. 

Su carrera ha emprendido el despegue definitivo. Parece imparable. Costa ha puesto la Premier Legue patas arriba en las tres primeras jornadas, con cuatro goles que sitúan al Chelsea de José Mourinho a la cabeza de la liga junto al sorprendente Swansea. No es el primer ex céltico que revoluciona la Premier. Antes lo hicieron David Silva o Michu, pero ninguno con su intensidad y en un intervalo tan breve de tiempo. Muy pocos de los que vimos a Costa vestir de celeste adivinaron su brillante  futuro. Seguramente ninguno. 

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