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Foto: Rafa Aparicio |
Nunca dejará de sorprendernos esto del fútbol, ese maravilloso
deporte en el que todo es posible. El partido del Calderón, con un
Celta tan valiente como sufridor, fue una buena prueba de ese factor
de lo imprevisible. Desde el impresionante gol del 'Tucu' Hernández
hasta las paradas del Gato de Catoira, un Sergio Álvarez que buena
culpa tuvo de ese puntazo de oro ante el vigente campeón de Liga.
Utilizaba el Cholo Simeone ese populista argumento del presupuesto
ante rivales como Barça y Madrid, apelando al sufrimiento y al
'aguante' argentino cuando le convenía. Gabi decía en zona mixta
que el Celta había tirado una vez para meter dos goles. No
interesaba, entonces, hacer la valoración del presupuesto, del
dinero invertido en fichajes (casi 100 veces multiplica en dinero
invertido esta temporada el Atleti al Celta) ni de la lucha del
pequeño contra el gigante. Les tocaba a los de la capital hablar de
fútbol porque el cuento se cuenta según el interés.
Y sí, es completamente cierto que el Celta fue arrollado en la
segunda mitad por un Atlético de Madrid que buscó y rebuscó el gol
de la victoria. Lo hizo con ansia, empuje y buen juego; detectando
los problemas en las bandas que aprovecharon sus dos flechas
laterales: Juanfran y Ansaldi. Pero antes, en unos 25 maravillosos
minutos del primer tiempo, el Celta fue amo y señor. Los del Toto
Berizzo se hicieron con la manija y si bien no manifestaron su
dominio en ocasiones claras de gol, sí dejaron la sensación de que
pueden dominar a cualquiera. No fue, como en tantas otras ocasiones,
porque el Atlético esperase. No. Fue porque el Celta marcó y quiso
más, ofreciendo una presión que no dejó jugar a los Koke,
Griezmann y Arda Turan. Fueron, en definitiva, unos minutos
bellísimos de fútbol-control.
Claro que todo lo bueno tiende a durar poco y más todavía en la
casa del pobre. Solamente a balón parado podía crear peligro el
equipo local y así se puso por delante tras la inverosímil jugada
de Pablo Hernández que despistó a Godín y a Moyá. Un latigazo de
tacón que ni siquiera tenía sentido intentar en un balón bombeado
pero que terminó por colarse entre los tres palos. ¡Ay, si lo
hubiera hecho un jugador de azulgrana o de blanco! Pero no por golazo
va a valer doble, más bien doble caraja tuvo el Celta en los goles
de Miranda y Godín (siempre ellos) tras saque de falta y córner. El
primero, en grave descargo de un Larrivey mal orientado. El segundo,
más por virtud de la pizarra atlética que por error de un Hugo
Mallo en desventaja contra Godín.
Tuvo que ponerse el Celta manos a la obra tras el mazazo que condujo
al descanso. La salida en tromba de la segunda mitad fue una gran
noticia: ni los vigueses habían desaparecido ni los madrileños eran
tan fieros. Berizzo retiró a un desaparecido Álex López e
introdujo al añorado Nolito. Se hizo Krohn-Dehli (vaya nivelazo el
suyo) con las llaves del medio campo y el Celta atacó y bien. Avisó
Hugo Mallo con bonita internada en el área y, como por imitación,
se incorporó Planas por banda contraria para provocar el penalti de
Miranda. Nolito anotó y el partido se agitó de nuevo. Como en el
primer tiempo, el Atlético fue apurado por la urgencia y las ganas
de superar una semana difícil. Griezmann electrificó su juego y
martilleó la portería de Sergio, pero el Cholo decidió
desactivarlo retirándolo del terreno de juego ante la extrañeza de
propios y extraños. Primeros pitos al 'cholismo'.
Fue el 'totismo' el que ganó esta vez la partida. Berizzo acertó
esta vez con los cambios incorporando a Sergi Gómez al lado del
voluntarioso Radoja. El equipo se fortaleció y defendió bien,
esperando una contra que llegó pero se desperdició en un mal pase
de Orellana. Lo demás, pundonor. Es evidente que el equipo no llega
todo lo bien que debería al final de los partidos, pero en la
tarde-noche del sábado se demostró haber aprendido de los errores
contra la Real. La picaresca también es otro aspecto del juego y los
celestes comienzan a revestir su talento con algo de oficio. Un
puntazo que da mucha moral en un campo en el que puntuarán pocos
equipos esta temporada. Un puntazo que ofrece optimismo de cara al
derbi de mañana en el que el Celta, esta vez contra un rival más
que directo, debe hacer valer las claves que le harán soñar esta
temporada.
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